28 noviembre 2008

Mala uva (bad grape)


Me parto. Me troncho. Por esta vez me da igual que el tema sea para llorar, y me mondo de la risa, aun a costa de lo que me pueda afectar.
Enseñanza bilingüe, dicen, para los niños de primaria. En español y en inglés, y con el inglés como lengua vehicular, o sea, la que se utiliza para dar las explicaciones.
Hasta ahí suena de cine. Un poco a película de Paco Martínez Soria, o historia de destape años setenta, pero vale: nuestros niños tiene que aprender inglés desde su más tierna edad y ya está bien de que semejante beneficio esté sólo al alcance de los bolsillos pudientes. Genial.
¿Y quién las va a dar a los chavales las clases en inglés? Los mismos profesores que tenían hasta ahora. ¿Y esos profesores saben inglés? Es usted un fascista y un cabrón por preguntar esas cosas, porque lo pregunta con la intención de ridiculizar a los pobres. Esa es la dialéctica.
Han puesto la enseñanza bilingüe como el que pone la asignatura de informática y le encarga los ordenadores al carpintero del pueblo. Han puesto a dar clase en inglés a gente que no lo sabe, ni lo ha oído en su vida, ni tiene la más pajolera idea de inglés, por mucho que le busquen a toda prisa algún tipo de cualificación para salvar la cara a última hora.
He sido catorce años director de un periódico universitario y puedo jurarles, aunque me apedreen por ello, que los chavales que salen de Magisterio no tienen ni puñetera idea de inglés, salvo los que se preocupan por su cuenta y su interés de aprender esa lengua. Y eso los que salen ahora, así que imagínense cómo están los que sacaron la oposición hace veinte o treinta años: saben decir Marlboro los que fuman y Westinghouse los que ven la palabra escrita en la nevera. Y recen porque el que le dé clase a su hijo no fume Ducados o tenga una Fagor, porque entonces, ni eso.
¿Pero qué puñetas se han creído con esta improvisación del inglés? La educación bilingüe requiere una amplia preparación, un plan de enseñanza en condiciones y sobre todo y ante todo, profesorado que sepa inglés. Que lo sepa, no que lo chapurree malamente e incapacite a los niños de por vida para aprenderlo y pronunciarlo como es debido. Como yo, que no saldré de angloinútil aunque viva mil años, gracias a la maravillosa enseñanza de esta lengua que recibí.
Me parece que el gesto es, en el fondo, un broma cruel pensada por cuatro listos. Una jugada que consiste, sobre todo, en regalar achicoria para que el que quiera un café sepa lo que vale y lo pague.
Si yo tuviese un colegio privado realmente bilingüe me estaría frotando las manos, porque la gente no desea algo hasta que no lo conoce. Y ahora va a verlo, aunque sea en caricatura.
Mala uva, ya les digo.
Foto: Aprendiendo idiomas pro el método antiguo

2 comentarios:

  1. Yo no tengo del todo claro que la enseñanza bilingue sea tan deseable, pues he escuchado ya muchos casos de gente que comenta que muy bien el inglés, pero de las materias que se imparten en inglés "ni flowers".

    Saludos.

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  2. A lo mejor es que el orden de las cosas importa: a lo mejor es que hay que hablar antes un idiomna, el quesea, y leerlo, y escribirlo, para meterse con otros.

    Profesores nativos de latín ¡ya!

    :-)

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