06 noviembre 2019

A los que lavan la tapa del yogurt

Me gustaría dedicarles un poema, pero sólo puedo dedicaros un artículo.

Os adoro, buenos chicos, que laváis la tapa del yogurt y laváis el envase del yogurt para reciclarlo con los envases.Sois el futuro de la Tierra. Sois la conciencia de nuestra especie, tan pulcros, tan monos, tan responsables, tan adorables, en suma.

Sois gente sana que quiere una vida sana y que defiende un planeta sano, con sitio para todos y un futuro sostenible. Mola.

Pero muchos de vosotros, y de los que no somos tan responsables, pertenecemos también al grupo de los que en el mercado miran las fechas de caducidad. Hoy es 6 de noviembre. Vamos al refrigerador de los yogures, y si los que íbamos a echar a nuestra cesta caducan el día 11, echamos un nuevo vistazo para coger los que caducan el día 20. Es normal. Es natural. No hay por qué correr riesgos, ¿verdad? Bien hecho. Al final va a nuestra cesta el pack de seis unidades que caduca el día 20. Nos comemos en total 750 gramos de yogurt, y tiramos seis envases plástico, puede que envueltos en papel, y seis tapas, puede que de plástico o de aluminio. Pero bien lavadas y separadas.

Dejando a un lado ese salvaje despilfarro, y la probabilidad, alta de que esos seis yogures hayan viajado más de 500 Km en motores de combustión desde la fábrica hasta nuestra casa, ¿Se os ha ocurrido pensar qué va a a pasar con los yogures que caducaban el día 11 y no cogimos?

Os lo cuento, porque lo sé. Todos eso yogures, regresan al centro de logística del supermercado. Y son, en una provincia, más de treinta mil. Y hablo de un provincia pequeñita y no de la principal cadena de distribución. Y vienen llenos, amigos, con el yogurt dentro.

¿Y pensaís que se abren, uno a uno, se guarda en algún lugar el contenido, se lava la tapa, se lava el envase y se arroja este luego al contenedor amarillo?

¿Qué suponéis que ocurre con los yogures caducados?
Se aplastan, se estripan es un lugar con un gran desagua, el yogurt va con las aguas residuales y los envases se quedan, destripados, convertidos en un amasijo repugnante que se tira a un contenedor de residuos que nadie separa ni recicla.

¿No se os había ocurrido? Pues qué pena.

Las fechas de caducidad exageradamente estrictas generan más residuos imposibles de reciclar que que algunos países pequeños.

Porque he hablado sólo de los yogures. Sólo en una provincia pequeña. Sólo en una cadena de supermercados menor.

A ver si alguien se atreve a calcular un día las cifras reales y, sobre todo, a hablar de ello.

Vais a alucinar...