26 noviembre 2008

Letra muerta


La Constitución española, con la que tanto nos gusta llenarnos la boca y que tan a menudo invocamos como quien menciona a un santo patrón o a una divinidad olímpica, tiene algo de criatura levitante, de esas que se sostienen en el aire por la sola fuerza de su espíritu, sin pies ni a alas que la ayuden.
Y es que parece que todos sus artículos son importantes menos el 14, ese que dice, nada menos, que "Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social".
Leer ese artículo y que se me salten las lágrimas es todo uno. Lo malo es que no es de emoción, sino de risa.
La igualdad no la quiere nadie. La igualdad es probablemente el valor más detestado en un país como este, amigo del privilegio, donde se ha pensado siempre que para tener lo que tienen los demás no vale la pena tener amigos, ni dinero, ni poder. Lo que verdaderamente le pone las pilas al español es pisarle el cuello al otro, ser más que él, no pagar las multas, las hacenderas, o los impuestos que paga el vecino. Lo que verdaderamente excita a los políticos autonómicos no es tener competencias, sino más competencias que los vecinos, para poder robarle las empresas, o competir deslealmente con impuestos a la baja, o condiciones que el otro no pueda imitar. La igualdad es enemiga de la ventaja, y aquí lo que nos va es la ventaja y si puede ser la trampa, con dados cargados y baraja marcada, mejor.
Ahora resulta que según los tribunales europeos, los vascos tienen derecho a rebajar los impuestos a las empresas, para que se muden a su territorio, y que los ayuntamientos están en la quiebra porque en según qué comunidades, prestan unos servicios que deberían pagar las empobrecidas arcas autonómicas. Y estamos otra vez en lo de siempre: que si eres parado en Andalucía, cobras el PER por trabajar cuarenta y dos días, pero si te quedas en paro en Zamora, te jodes. Que si vives en una capital, tienes derecho a guardería, policía y bomberos, y si vives en un pueblo, te jodes nuevamente. Ahora sucede que si vives en Logroño, tus hijos no pagan por la herencia, pero si vives en Benavente, te arramblan con un buen pico.
Para eso, ¿por qué no decretamos de una santa vez el "sálvese quien pueda" y cerramos el chiringuito?
La famosa constitución es una broma que todo el mundo se pasa por el arco de triunfo. Una maldita letra muerta. Y con la letra cuando está muerta y no se entierra o se incinera a tiempo, pasa como con cualquier otra criatura: que apesta.
Foto: Desentierro de la Transición a manos de una ONG.

2 comentarios:

  1. De estas desigualdades debería ocuparse el ministerio de la "miembra" del gobierno, en vez de gastar dinero de los contribuyentes en campañas publicitarias.

    Saludos.

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  2. Ahí es donde está el caballo de batalla. en dirigir el discurso a luhgares distintos que la acción.

    En este país, los partidos, ambos dos, tienen distinta acción y discurso hasta el punto de que padecemos una tterrible esquizofrenia política.

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