13 septiembre 2008

Pedir la venia


Hace nada salió lo de Ifeza, que pudo tirar por la calle del medio y abrir sin permisos por aquello de "ser vos quién sois", y en Madrid conocemos todos la gran cuchipanda que se montó en torno a las licencias municipales, concedidas no sólo a dedo, sino también por riguroso orden de mordida.
Con semejantes mimbres, y las que se callan, a uno le queda preguntarse qué puñetas tienen que decir los ayuntamientos sobre los negocios que se abren o los que se dejan de abrir, y por qué no se hace en este país con las licencias como en otros lugares, con más libertades reales, donde lo que existen son unas normas que cumplir, y cada cual puede abrir lo que le parezca o hacer las obras que quiera en el entendido de que si no se cumplen esas normas el ayuntamiento te puede meter una sanción de órdago, o directamente el cierre.
Si las normas existen, y son públicas, y conocidas, no se comprende la manía de exigir el permiso previo del ayuntamiento para la obra o para la apertura. No se entiende a menos que la razón real sea repartir privilegios y prebendas, favorecer al afín y castigar al contrario. No se entiende, a menos que debamos suponer que los ayuntamientos lo que quieren es tenernos pendientes de sus caprichos administrativos para retrasar cualquier iniciativa, y retrasarla porque sí.
¿Quien me tiene que decir a mí si puedo o no puedo abrir una churrería? Yo la abro, y si resulta que la extracción de humos no cumple las normas, o los techos son demasiado bajos, o el suelo es resbaladizo, o el plan urbanístico no permite ese chiringuito en la calle en que yo abrí, pues me empaquetan o me cierran, y para otra vez espabilo. Pero un permiso previo, ¿por qué?, ¿quién se han creído que son?
La respuesta es evidente: se han creído los amos, porque nos llaman ciudadanos pero nos consideran súbditos. Piensan que el cargo que ocupan es de designación divina, en vez de deberlo a la voluntad popular. Piensan que el dinero que administran es suyo, y no de todos.
El permiso previo es en realidad una petición de venia, para que aprendamos quién manda y ante quién tenemos que inclinarnos. Es una muestra, una más, de que algunos funcionarios se consideran parte de una nueva nobleza con derecho de pernada y muchos ayuntamientos se ven a sí mismos como castillos donde viven los señores mientras fuera, como siempre, la chusma suplica sus favores.
Y no, oigan: el ayuntamiento es nuestro. Y su puesto. Y su sueldo. Aunque no se acuerden de ello más que en las elecciones y con la boca pequeña.
Aunque nosotros mismos lo olvidemos a veces.



2 comentarios:

  1. Javier:

    Si hiciésemos lo que demandas, ¿qué sería de todos esos tiranos de ventanilla? ¿Qué tendría que inventar Sebastián, el de las ideas felices, para recolocarlos? ¡No me subvierta usted el país!

    No podemos pasar del "vuelva usted mañana" a ser la vanguardia de Europa.

    Un servidor lleva dos meses intentando obtener el alta de la electricidad en Iberdrola y tan sólo he logrado que me pidan el número de cuenta (ni para eso tienen prisa). Pues hazte idea de que tratase con un ayuntamiento, ¡miedo me da!

    Saludos.

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  2. Eso es lo que pasa: que se construye un puente, se pone un guarda, se pone un contable para pagar al guarda, y un interventor para vigilar el contable, y cuando hayque reducir personal, se despide al guarda.

    bueeeehhh!!

    :-)))

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