31 julio 2008

Los peces de colores




Condenar unos hechos también es convertirlos en el centro de la conversación, y del pensamiento. Y yo me niego. Me niego a que nadie me imponga a tiros un minuto de mi agenda. No paso por eso.
Prefiero hablarles hoy de los peces de colores, aunque sean todos pardos, como los gatos de noche, o negros como el ánimo que me embarga.
Prefiero hablar de los gamusinos. Prefiero hablarles de Sansueña. O de cómo diablos hacen las cuentas los que dicen que la abstención puede beneficiar a un partido, perjudicar a otro, o mover unos cuantos escaños en determinada dirección. ¿Qué pasa?, ¿que saben quiénes se quedan en casa y a quienes votarían los que se han ido de fin de semana si hace sol?, Cómo se atreven a pronosticar que tal o cual mayoría dependerá de que se llegue a tal o cual participación?, ¿en qué mecanismo basan una afirmación tan desconcertante y tan sumamente majadera?
No sé, pero empiezo a creer que esto de las encuestas tiene algo de novela fantástica, con magos, hechiceros y nigromantes que ven en una bola de cristal las intenciones de los que se guardan el voto. Y no es de extrañar que las empresas encuestadoras cedan a la tentación de mostrarse como poseedoras de la Fuerza y de la Magia, porque como nadie puede comprobar sus afirmaciones quedan divinamente sin riesgo de que la realidad los desmienta.
Me da que las encuestas se parecen cada día más a las quinielas, donde los comentaristas deportivos hablan y hablan, con razón o sin ella, tratando de presionar al árbitro para pita un penalty, o al entrenador para que alinee a este o a aquel delantero, o a los jugadores para que se porten con mayor entrega.
Me da, me está, dando que las encuestas son cada vez menos una prospección de la realidad y cada vez más un intento de crearla.
Y a veces, también me da, y me da por saco, que las encuestas y sus extrañas suposiciones cuestan sangre.
Pero de eso no hablo hoy.
Hoy mejor los peces. Hoy los gamusinos. Hoy Sansueña.
A la mierda.

4 comentarios:

  1. Bueno, Javier, por lo que me han contado, sí que se pueden hacer ese tipo de estudios (estadísticos, siempre estadísticos, eh) sobre la abstención en las votaciones.

    Por lo visto, todos tenemos un “umbral” de motivación. Unos más alto, otros más bajo. Así, cuanto más convencido y fanatizado está el presunto votante, más alto está ese “umbral” que le impediría votar su opción. Así, cuanta menos gente vote, más presencia parlamentaria tienen las opciones más radicales. Austria o Suiza serían buenos ejemplos de ello.

    Lo que esas encuestas decían (antes de las elecciones, ojo, que luego se vio que no era así exactamente) es que, actualmente, en España el votante de derechas y de centro derecha está más motivado para votar que el votante de izquierda y de centro izquierda.

    La sociedad cambia más deprisa que sus encuestas, eso está claro.

    Salud!

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  2. En principio no tengo nada que alegar a lo que dices, lagartijo, porque me parece que es tal cual.

    En lo que no estoy de acuerdo, pro lo que veo pro la calle, es en la motivación que desgrabnas: el votante de derechas puede estar más motivado, pero el votante estético, el que vota al más guapo proque ni sabe ni quiere saber nada, vota en España tradicionalmente a la izquierda.

    Por lo quie veo en el mundo rural, donde quedan aún grndes masas de abuelitas analfabetas, tengo al impresión de que la izquierda capitaliza mejor el miedo y la ignorancia, y por ende, opino que las promueve y las patrocina.

    Lo mismo que el partido nazi se qurdón los votos del partido comunista en los años 30, creo, y lo creo de veras, que el socialismo está acaparando los votos de la iglesia.

    Cosas veredes, ¿verdad?

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  3. Coincido contigo en que, perversamente, las encuestas se han convertido más en un objetivo que en un medio, algo lógico en una sociedad tan mediatizada que la realidad no es la que es, sino la que te cuentan.

    Saludos.

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  4. Si las encuenstas son un fin, es que todo el mundo quiere ser comolos demás.

    Eso habrá que pensarlo aparte.

    :-))

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