28 julio 2008

Cuatro muertas en un día


Como primera provisión, y para evitar dejar grietas por donde traten de colarse las ratas, quiero decir que la culpa de un crimen la tiene siempre el criminal. Parece obvio, ¿verdad? Pues no se crean, porque todavía hay quien sostiene que la culpa de los atentados del 11 de marzo en Madrid la tuvo Aznar, por mandar tropas a Irak. Y la culpa de que exista ETA el PP, por no negociar. Sí, hay gente aún que dice eso, ya ven.
Yo no. La culpa de que hayan muerto cuatro mujeres a manos de sus parejas en un sólo día la tienen los asesinos.
Y dicho esto, me pregunto, y les invito a que se pregunten conmigo, qué es lo que está pasando para que los asesinatos se multipliquen en vez de frenarse después de endurecer las leyes.
Creo, y bien me duele decirlo, que al endurecer las leyes por malos tratos se ha abaratado implícitamente la muerte. A veces, cuando se piensa con la vesícula biliar en vez de con la cabeza pasan estas cosas: que la diferencia de pena es tan poca que al delincuente le vale más la pena acabar con la víctima que sufrir las consecuencias de que siga viva.
Ha sido tal al presión sobre los autores de malos tratos, y tan graves las condenas prácticas, con alejamientos del domicilio, desahucios fulminantes y pérdidas patrimoniales que el que se ve en esa tesitura hace a veces las cuentas y resulta que le sale más rentable matar a su pareja que pagarle una pensión, quedarse sin casa e ir a la cárcel de todos modos.
Es duro, pero es así: cuando se endurecieron las penas por violación, resultó que por la diferencia de condena no salía a cuenta correr el riesgo de dejar viva a la víctima para que pudiese declarar contra el autor. Sucedió entonces y sucede ahora de nuevo, porque en vez de reformar el Código Penal o las leyes que sean precisas para que los delincuentes cumplan íntegras sus penas, tenemos que el que mata a su pareja se pasa cinco o seis años reales en la cárcel, antes de volver a la calle con el tercer grado, y además, puede volver a su casa sin órdenes de alejamiento ni pensiones por pagar. No se escandalicen. es la cuenta que hacen estos criminales y la que las actuales leyes les permiten hacer.
Hay que buscar otro método. Hay que buscar otra manera de castigar estos delitos. Hay que evitar que la muerte salga rentable y para eso, o se baja el precio de la agresión o se sube el de la propia muerte. A elegir.
Todo lo que no sea arreglar este desfase contable va a pagarse en sangre. La de los débiles, por supuesto.

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