07 julio 2008

Por hoyos


Lo de los campos de golf ya empieza a sonar a pitorreo. De pronto, en unos años, si nos fiamos de la cantidad de campos de golf que se están construyendo y de los ríos de tinta que se vierten sobre ellos, parece que el golf es el deporte nacional.
Y no, oigan. Que no, que al golf siguen jugando cuatro amigos, por mucha pasta que se gasten y por muy macanudo que sea tenerlos como clientes. Todavía una estación de esquí se abarrota en invierno, trae dinero, y miles de personas, ¿pero qué comarca se supo nunca que prosperase por la construcción de un campo de golf?
Me temo, con su permiso, que la cosa tiene poco que ver con el deporte, y poco que ver con la economía real, la que nos da de comer a todos. Me temo, si les parece, que los campos de golf se construyen como reclamos para poner alrededor de ellos grandes urbanizaciones de lujo, y que el campo de golf es un pretexto para beneficiar a esas urbanizaciones con servicios que de otro modo no podrían ofrecerse. Uno de los servicios, por supuesto, es la exclusividad, el sabor chic y elitista de un deporte que no es tan caro como otros pero que ha sabido mantenerse en la cumbre de lo que aparenta. Y Ya saben: nadie se arruinó jamás invirtiendo en dar gusto a los que se mueren por aparentar.
De todos modos, y antes de que piensen lo contrario, quiero dejar claro desde ya que estoy a favor de cualquier campo de golf, de badmington y hasta de regatas que se construya en Zamora. Porque nosotros podemos. Porque no tenemos que escurrir el agua en ningún trasvase y de tierras y solares vamos sobrados hasta las cejas. Porque a costa de tener que regar esos dieciocho hoyos lo mismo amplían las acometidas de agua y podemos aprovechar la ocasión para mejorar las infraestructuras. Porque quizás los que quieren tenerlo sepan mover las influencias que no supieron mover los políticos y, de rebote, nos veamos favorecidos todos.
Ya iba siendo hora de que, por una vez, en lugar de pedirnos el agua para hacer campos de golf en otro lado, o personas para poner industrias en otro lado, o sangre para hacer operaciones en otro lado, se decidieran a mover la economía productiva en vez de los recursos.
A ver si el ejemplo cunde y se para de algún modo el crecimiento del hoyo diecinueve, el que nos come, el que nos devora, el que podrán ver ustedes en la estación de autobuses nada más que terminen las vacaciones: la éxodo constante de nuestra gente, especialmente los jóvenes, hacia otros lugares más protegidos por leyes encaminadas a defender lo propio en vez e malvenderlo.
Y es que a veces, parecemos colonias, con esa puñetera costumbre de vender materias primas a tres para comprar a treinta el producto elaborado.
Así que esta vez, que hagan el campo de golf y que sea enhorabuena. Si quieren, hasta les propongo un lema publicitario para promocionarlo cuando lo terminen: "En Zamora, ¡será por hoyos!"
Ríanse, por favor, que estamos a primeros de año.
Foto: hoyo 16 del Universo

2 comentarios:

  1. No se piense Ud., que a Ávila el campo de Golf le ha dado mucha vida, y es que hay mucho snob al que le gusta ir a donde hay un campo de esos aunque no piense dedicarse a aporrear peloticas.

    Será por el colorcillo verde, que relaja.

    saludos.

    ResponderEliminar
  2. Pie spor eso digo: el caso es que las cosas se hagan, y luego ya se evrá.

    Que para no hacer nada tenemos sitio de sobra.

    ResponderEliminar