31 julio 2008

El partido de vuelta


Otro debate, y esta vez en lunes, ese día que odiamos todos, incluso cuando no hay campaña. ¡Lo que faltaba! Por lo menos podían haber debatido un domingo, a las cinco de la tarde, y sacar al perdedor a rastras, con caballos empenachados y alguacilillos de época. Pero no. Ni eso.
Después de lo que los dos candidatos se dijeron en el anterior encuentro antes las cámaras se preguntaba ya uno lo que les podía quedar para esta vez, como no sean las ganas de recordar a los votantes que los demás son tan insignificantes que preferirlo es como depositar el voto en la alcantarilla.
¿Qué les podía quedar? Vejeces nuevas. Hablar uno de lo que pasó hace seis años y otro de lo que pasó hace quince. En eso inciden. Todo atrasado. Todo caducado. Si en vez de un partido político tuviesen una tienda de ultramarinos ya los habían metido Sanidad en la cárcel.
¿Pero pro qué tanta historia rancia? ¿De verdad somos los españoles tan rencorosos para que nos importe más lo que se hizo hace diez años que lo que se proponen hacer o dejar de cumplir en el futuro?, ¿de verdad nos ven así los sociólogos que preparan las campañas y dictan a los políticos los temas que deben abordar? Eso será, porque si no, no se explica.
¿No se han fijado? En esta campaña nadie habla de lo que va a hacer, a no ser en términos genéricos, forraje para bobos, del tipo "vamos a mejorar el trabajo, ayudar a conseguir vivienda y acortar las listas de espera". Sí, muy bien, ¿pero cómo?, ¿hay alguno que haya propuesto algo?
Me temo que no. Me temo que los españoles miramos para atrás, y por eso los políticos ponen en el ayer todo su empeño, sabedores de que se valora más una ley de memoria que un trasvase, o una estatua a las víctimas de Franco que una guardería para los niños de hoy.
El pasado es gratis. Para saber lo que ocurrió hace diez o veinte años no hace falta talento, ni categoría de estadista. Para saber lo que hicieron mal los adversarios no hace falta más que tirar de hemeroteca y un equipo de currantes buscando datos.
Lo que es más duro, más trabajoso y requiere una talla más alta es gestionar le futuro, identificar los problemas, delimitar sus causas y proveer las soluciones.
Pero de eso, nada. De eso no hablan, porque no saben.
No saben, pero contestan.
Se contestan entre ellos. Sólo entre ellos. A los ciudadanos siguen sin darnos respuestas a las cuestiones que de veras nos importan.

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