31 julio 2008

Un grosero monopolio


A Microsoft le acaban de meter un palo de novecientos millones de euros, otro, por vulnerar supuestamente la competencia y abusar de su posición dominante respecto a otros productores de software. Las autoproclamadas autoridades europeas, porque les recuerdo que esas no las hemos elegido nunca, parecen muy vigilantes con el tema de la competencia, o eso dicen, y miran con lupa a organismos y empresas para que no haya pactos que excluyan del mercado a las empresas emergentes.
A nivel nacional se supone que funciona parecido, aunque a la vista de las condiciones que imponen las cadenas de distribución a los productores agrarios, pro ejemplo, no deben de matarse a trabajar estos organismos.
Sea como fuere, y a eso iba, estamos en una época en la que el capitalismo liberal se gusta a sí mismo y trata de imponer sus normas de juego, las más limpias, para que todo el mundo tenga una oportunidad y no arraiguen viejos monopolios abusivos.
En todo, menos en política, claro.
Díganme que es, sino abuso deposición dominante, el que los candidatos de dos partidos acaparen los dos debates televisivos entre ellos, excluyendo de la televisión pública a las demás formaciones. Díganme qué deben pensar los partidos minoritarios de que Zapatero y Rajoy den a entender que en España hay que votar a uno de ellos por narices o quedarse en casa. Cuéntenme, o hagan cuentas, de cuánto costaría esa publicidad si tuviera que pagarse y piensen si los famosos debates, que nos endilgan un día y nos comentan siete, no son en realidad una subvención encubierta a dos partidos y un abuso de posición dominante respeto a los otros.
Así, poco a poco, nos están metiendo de rondón la idea de que en España no hay alternativa a ellos. Así, por la cara, cara muy dura, cierran el paso en la práctica a cualquier alternativa, como la de Rosa Díaz y otras, que quiera sacar a los españoles de las lentejas, hoy sí y mañana también, que pretenden ponernos en la mesa los partidos mayoritarios.
PP y PSOE no se conforman con ser mayoritarios. Quieren ser únicos. Quieren reducir a la inexistencia a los que no entren en su alternativa y su reparto, y lo hacen en los medios públicos y con el dinero de todos.
Por lo menos Bill Gates y Microsoft lo hacen con sus cuartos. Por lo menos Bill Gates y Microsoft no tratan de convencernos de que representan la voluntad popular.
Estos son como la Campsa y Tabacalera dando a elegir entre gasoil y entrefinos. Y el que quiera una chaqueta, que la busque por su cuenta. Y eso que de chaquetas van sobrados.
Pero les juego lo que quieran a que a ellos no los sanciona ningún tribunal de la competencia.
Esto empieza a ser como el bipartidismo soviético, que tenía un partido en el poder y otro en la cárcel. Aquí igual. Son completamente justos: a unos les ponen las cámaras y a otros la carretera.
Que no se diga.

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