01 enero 2009

Lo que mandar significa


Lo vi bien claro en el mundo universitario: al rector que no tenía dinero para viajes, ni plazas de funcionario que convocar, todo el mundo lo tomaba a chirigota. Hasta la prensa de la ciudad dejaba de acudir a los actos que convocaba.
Es lo que hay, y quizás si hablásemos de los mecanismos que realmente rigen las cosas, en vez de hablar de los que deberían teóricamente gobernarlas, entenderíamos mejor algunas de las cosas que nos pasan y tanto nos afectan.
Estamos en unos tiempos en los que se impone la austeridad presupuestaria. No hay dinero, y cualquiera que tenga dos dedos de frente se da cuenta de que obtener recursos a fuerza de sangrar a las empresas no puede servir para mejorar la situación económica. Aumentar los impuestos para sacarnos de la crisis es como extraer sangre a un enfermo para curarle una anemia.
Sin embargo, parece que la tendencia va por ahí, y mucho me temo que no puede ir por otro lado, dada la estructura del poder al que nos empecinamos en llamar democrático.
Cuando existe un sistema de garantías parlamentarias y judiciales, el margen de cualquier gobierno se reduce. De hecho, se reduce su poder real, que es la capacidad de tomar decisiones. Se reduce hasta tal punto que el poder real es, casi únicamente, la capacidad de gasto y la capacidad de contratación.
Sólo es poderoso el que puede dar dinero o el que puede dar trabajo. El que no, es como el rey, que pinta y decora, pero no manda. Así son las cosas y los políticos lo saben bien.
Para ellos la austeridad significa no tener poder alguno. La austeridad significa que pasen completamente de ellos donde antes los veneraban, y no recogieron las pastillas de jabón que recogieron para que luego los ningunearan.
Si no hay oposiciones, no hay favores que deber. Si no hay contratas, no hay favores que deber, ni comisiones que cobrar, ni posibilidad de premiar a los afines y castigar a los contrarios. Si no hay oras públicas, no hay favores, ni comisiones, ni trabajo que dar a los parientes, ni mangoneos en las plicas, ni alcaldes con agradecimiento incondicional.
Si no hay nada que repartir, el político es un cero a la izquierda y es el que tiene la pasta y algo que ofrecer el que pasa a gobernar amistades y voluntades.
Por eso, para evitar tan indeseable traslado del poder político hacia el económico están y estarán siempre dispuestos a sangrarnos hasta donde sea preciso. Hasta la expropiación incluso.
Todo antes de reconocer que por sí mismos no valen nada. Todo antes de reconocer que sin dinero, el nuestro, sólo darían risa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario