21 enero 2009

Aprender de Rusia (o de Ucrania)


Somos la bomba: media Europa pasando frío, por las restricciones en el suministro de gas procedente de Rusia, y nosotros pensando en vender Repsol a una empresa de ese país, supongo que para poder ser uno de los afectados en la próxima trifulca energética y representar el papel de víctimas de algo, que es lo que realmente nos gusta.
De todas maneras, a lo mejor este conflicto entre rusos y ucranianos nos trae alguna enseñanza. Y bueno será si algo aprendemos, ¿no? Vamos a repasar, con su permiso.
Rusia es el primer productor de gas natural del mundo. Sus explotaciones, y gran parte de las instalaciones originales (aunque se han mejorado y ampliado), provienen de cuando en vez de llamarse Rusia, como toda la vida, se llamaba Unión Soviética y era un imperio comunista, o sea, un tirabuzón de la lógica, porque se supone que el comunismo se opone a cualquier imperio.
Ya dijo Helmuth Kohl en su día que Alemania consiguió reconstruir el país en diez años después de la segunda guerra mundial, pero llevaría más de treinta reconstruirlo después del comunismo, así que bien claro queda qué es peor. Y eso les pasa a los rusos, y además, a lo bestia, como pasa todo en Rusia. A los alemanes, que eran un imperio (eso significa Reich), les impusieron por la fuerza convertirse en república federal. Debe de ser bueno eso del federalismo cuando es lo que te impone el enemigo en cuanto consigue que te rindas. Debe de ser maravilloso, vaya.
Los rusos tenían partida la URSS en varias repúblicas (que no estados, como EE.UU.) para tener más votos en la ONU. Pero la gracia llegó al romperse la URSS. Las distintas repúblicas, que sólo lo eran sobre el papel, pasaron a serlo en la realidad, y aunque dependía de Rusia en suministros e infraestructuras, decidieron agarrarse a la independencia como a un clavo ardiendo. Y ahí empezó el conflicto: Rusia vendía el gas a Ucrania a precio de provincia, pero como Ucrania pasó a ser país independiente, se lo quiere vender a precio de país extranjero, y los ucranianos no están dispuestos a pagar el doble o más de lo que pagaban.
Putin, con su habitual retranca, se pregunta si Ucrania quiere independencia para unas cosas y seguir en casa del padre para otras, y ahí es donde a lo mejor aprendemos algo. Porque también por aquí tenemos a un montón de jetas con la misma idea: cobrar los impuestos de lo que nos venden pero no pagar el uso de lo que nos llevan. Lo suyo es suyo, y lo nuestro a medias.
Aquí tenemos que aprender algo de una vez, o la nueva financiación acabará con nosotros: o aprendemos de los rusos, y el que quiera independencia o autonomía real que la pague de su bolsillo, sabiendo lo que realmente cuesta, o aprendemos de los ucranianos, y el que quiera pasar por aquí que pague o que rodee, ya que otra no nos dejan.
Pero claro: con un gobierno de vendidos y una oposición de meapilas, ni lo uno ni lo otro.
Y así nos va.

2 comentarios:

  1. Y sobre todo con un gobierno sin mayoría, que tiene que mercadear con los nacionalistas para cada votación de importancia. A lo largo de estos chanchullos, han ido acumulando una serie de privilegios que se han convertido en insostenibles. Por eso no hay quien le meta mano a la financiación autonómica.

    Saludos.

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  2. Esto es como las auditorías de empresa. cuando no cvuadra definitivamente la contabilidad es cuando hay que echar al contable.

    O sea que esperemos...

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