12 abril 2009

Cofrados y cofradas



No debería, pero me troncho. Las declaraciones, asambleas, golpes de hisopo y meneo de incensario a que han dado lugar las reivindicaciones de unos y las resistencias de otros, tienen mucho de surrealista. Viendo estas cosas ya no se extraña uno de que el cimborrio de la catedral tenga aires bizantinos: el cimborrio y las discusiones. Zamora se bizantiniza sin haberse constantinopolizado porque nunca fuimos sede arzobispal ni tuvimos arzobispo que nos arzobispoconstantinopolizara. Así, aunque nos pese, en vez de ese trabalenguas nos acabaremos quedando con el de los tres tristes tigres pasándolas putas en un trigal. Por zopencos.
Y el caso es que estamos en lo de siempre: meterse a opinar donde no te llaman, o a mandar en casa del vecino. Gaseosas Gómez compra el camión que le sale de las narices, lo pinta de azul, de blanco o de rosa fosforito si se le pone en el arco de triunfo, y le echa gasóil en la gasolinera que le apetece. ¿Y saben por qué? Porque Gaseosas Gómez es una empresa privada y de lo suyo hace lo que le parece. El Real Madrid, o el Zamora F.C. contrata al defensa central que mejor le viene a su presupuesto, o el que más le conviene por estatura, o el que dicen que sabe sacar los córners y meter alguno directo de vez en cuando. Y el Zamora F.C. fichará a ese jugador independientemente de que haya tres negros, dos chinos y un lisiado en la cola del paro futbolero que digan ser discriminados por su condiciones de tales. Y si al Zamora F.C se le obliga a comprar a un defensa negro para ser igualitario, entonces que lo pague y lo entrene el Ministerio de Igualdad.
Otro ejemplo, y más conocido, son los estatutos del Corte Inglés, que no puede cotizar en bolsa y que no puede ser vendido a alguien que no sea de la familia del fundador. ¿Injusto? No sé, pero la empresa es suya y hacen lo que les parece. Y me alegro, no vayan a venir luego a decirme lo que tengo que sembrar en los secarrales de mi pueblo o el nombre que debería ponerle al gato.
Pues con las cofradías, igual. El que quiera, que se apunte, y el que no, que se dé de baja. Y si hay que cambiar los estatutos, se vota y se hace lo que diga la mayoría. Y si la mayoría de esa asociación privada decide que hay que salir con vestido de topos y volantes, pues se sale de bailaora o se solicita la baja. ¿Pero quién puñetas somos los de fuera de la asociación para decirles lo que tienen que hacer en su casa? Esto es como la gente que critica a la Iglesia pero se declara atea: ¿a usted qué carajo le va en lo que diga el papa, o el presidente de Letonia, si no se considera súbdito ni socio de ninguno de los dos?
El caso, seguramente, es sentar el precedente de meterse en casa de otro y mandar en lo que no es tuyo. Si para ser cofrade del Cristo de la Talega al Hombro hay que haber vendimiado en Francia, ser feo y llevar barba, pues el que cumpla los requisitos que entre si quiere, y el que no, que busque otra. Y si hay que ser hombre, mujer, zurdo de las dos manos o barítono de opereta, pues lo mismo.
Pero no. Aquí no. El caso es dar la lata y con lo ajeno.
Cualquier día denuncian a la ONCE por discriminar a los que ven.
Es de traca.

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