12 abril 2009

Caparazón de tortuga




No tengan miedo, que no se trata de una receta de cocina para tiempos de crisis. Para eso ya está inventada la sopa de piedra, aquella del cuento que nos contaban los abuelos cuando tenían ganas de y hablarnos de pícaros y tunantes, tan comunes en la fauna ibérica.
La historia del caparazón, según Ortega, es lo que define al heredero, y en eso me parece a mí que estamos los españoles de unos años a esta parte.
El heredero es una persona que disfruta de una posición, un puesto o unos bienes que ni ha creado, ni sabe de dónde proceden ni realmente tienen nada que ver con él. Quien crea una empresa, una nación o un patrimonio es, cuando menos, una persona de carácter, que ha sabido olfatear la ocasión, o de esfuerzo, o una persona, en el peor caso, que ha tenido el coraje y la mala fe para cometer el delito oportuno. El heredero en cambio se encuentra con unos bienes o unos privilegios que le son ajenos y vive como una tortuga joven dentro el caparazón de una tortuga muerta, mucho mayor. Este caparazón, que parece una defensa, se convierte muchas veces en un estorbo porque el heredero no sabe moverse con él.
En todo Occidente, y en particular en España, estamos padeciendo ese síndrome de la concha de tortuga vieja. Disfrutamos unas infraestructuras, un bienestar, y unas condiciones sociales que se crearon en un tiempo en el que regían otras normas. Pensamos que ese bienestar, o los pantanos, o la energía, proceden de una especie de limbo inagotable al que tenemos derecho por la sola casualidad de haber nacido, pero en realidad no nos sentimos responsables ni partícipes de los mecanismos que generan la prosperidad en la que vivimos.
España consiguió levantar cabeza y competir con sus adversarios políticos y comerciales porque fue la primera nación europea en unirse. ¿Eramos más cultos, más inteligentes o más hábiles que los árabes? No, pero ellos se dividieron en taifas y se fueron al carajo, en columna de a dos, con su poder autonómico. ¿Qué pensamos que ha cambiado para repetir ahora ese error?
España consiguió salir del subdesarrollo con unas infraestructuras construidas bajo criterios de eficiencia y unidad, con pantanos que regaban otras provincias, carreteras que llevaban a otras regiones y centrales energéticas que alimentaban fábricas afincadas donde menos costaba luego transportar productos o materias primas. ¿En qué estamos pensando ahora, cuando cada cual defiende su valle, se opone a cualquier línea de alta tensión que pase por su pueblo, o apedrea las máquinas que construyen la autopista?
Somos el heredero que vive aún de los restos de consenso, buena fe y sentido común de otros tiempos. Mientras sobraba de todo, se arreglaban cada año las goteras del tejado, o se remendaban los pantalones del frac, pero ahora que llega la época de verdadera necesidad, veremos el verdadero estado en que hemos conservado lo que recibimos: una ruina que no se conforma ya con tres tejas, un zurcido, o tres botes de pintura.
Y el heredero no construye. Sólo exige.

1 comentario:

  1. En Portugal, la sopa de piedra es un plato habitual en la mayoría de las cartas.

    Saludos.

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