12 mayo 2009

Una solución para las pensiones





¡Qué cosas! Si la manifestación que hubo el otro día por la vida hubiese sido por la vida de las ballenas o de los linces, en vez de ser por la vida de los no nacidos, hubiese sido portada en medio mundo.
A estas alturas, como dice la ministra, el tema del aborto es un debate superado. Lo es porque el enfrentamiento no se basa ya en cuestiones éticas, ni en si está bien matar a alguien o no, o si alguien que tiene un ADN distinto es un ser vivo distinto. El tema se ha superado porque las pruebas, miles de ellas, nos muestran que la sociedad occidental pone la conveniencia por delante de toda ética. Se necesitaban cortar los bosques para hacer ferrocarriles o criar vacas, y se cortaron. Se necesitaba envenenar a medio mundo para fomentar el desarrollo industrial y se contaminó el planeta. Se necesitaba esclavizar a dos mil millones de personas para aumentar la disponibilidad de chucherías de cien millones, y se las esclavizó. Se necesitaba destruir un país, o dos, para bajar diez dólares el precio del petróleo, y se destruyeron esas naciones. ¿Qué tiene de extraño, pues, que si un niño molesta se le mande al cubo de la basura? Nada. Y oponerse a ello es ir contra los tiempos y ser un romántico. El tema, ciertamente, está superado.
Pero no se equivoquen los que se creen a salvo por el hecho de haber nacido y no haber acabado en la basura de un hospital. Los precedentes tienen la negra particularidad de que se acompañan de su propio mal: que son precedentes. Cuando de veras quiebre la caja de la Seguridad Social, porque no quede un duro en ella, cuando de veras nos enfrentemos a una pirámide de población en que cada trabajador activo debe mantener las pensiones y la sanidad de tres o de cuatro inactivos, entonces no será descabellado que la misma caducidad que ponen por debajo la pongan por arriba. Y si ahora no se es persona hasta las veinte semanas de gestación, puede que para entonces no se sea persona después de los ochenta u ochenta y cinco años.
Hoy lo leen y les parece ridículo, como les parecía ridículo a los judíos alemanes que les dijeran que un día iban a acabar con ellos en plan factoría. Pero cuando se deja entrar por la puerta al demonio de la subjetividad en temas como la vida hay que estar preparado para las cámaras de gas, los fusilamientos masivos o las clínicas de eutanasia obligatoria, o "despedida solidaria", como seguramente les llamará algún hijo de puta que gobierne por entonces.
Si aceptamos que hay que legalizar todo aquello que la gente va a hacer de todos modos, hay que prepararse para el día que no podamos ya defendernos y nos roben o nos maten como a cucarachas, que es, sinceramente, lo que siempre se ha hecho desde que el mundo es mundo y lo que se seguirá haciendo mientras el ser humano siga siendo lo que es.
Así que usted, abuela, la que me dijo el otro día que el aborto le importaba un carajo porque ya no podía quedarse preñada, váyase tentando los bajos, porque preñada no podrá quedarse, pero muerta en una camilla, sí que puede.
Y a lo mejor no anda tan lejos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario