21 mayo 2009

Experimentos académicos y sociales



Me tiemblan las piernas sólo de pensar qué nueva chorrada dirá la ministra de turno, o el presidente, para justificar que los estudiantes españoles sigan siendo de los peor preparados de Europa y de que la incultura avance a pasos pantagruélicos por este país, que fue piel de toro y acabará en piel de burro al paso que llevamos.
Sepan, de todos modos, que de la piel de toro se hacen zapatos para andar y de la piel de burro tambores para darles palos, así que bien claro está el símbolo para quien lo quiera entender.
Por este camino, señores, el país no puede salir adelante. Si sólo tenemos gente preparada para tirar de pala, tenemos que competir con los países donde sólo saben tirar de pala, y lo cierto es que la gente de esos sitios cobra menos y exige menos que los nuestros, así que mala cosa. Y si queremos competir y convivir con el primer mundo, lo que no puede ser es que la enseñanza vaya por dónde va: al garete, y con unas prueba objetivas de comprensión lectora y cultura que nos cubren de vergüenza.
Lo malo es que no es culpa solamente del gobierno actual. Desde que tengo memoria, que es poco después de la voz entrecortada de Arias Navarro anunciando la muerte de Franco, la cosa ha ido a peor. A mí, por ejemplo, me metieron un plan experimental de matemáticas (álgebra de conjuntos a los siete años) que me convirtió en un zoquete numérico de por vida. Fue allá por el año setenta y siete y aún no he terminado de cagarme en sus muertos.
Posteriormente, con los filisteos del PP y los doctrinarios socialistas se ha ido quitando el latín, el griego y la enseñanza de las Humanidades en general, y sustituyéndolas por mandangas regionales, bailes folclóricos y abrazos comunales. Si sirviese de algo lo daría quizás por bueno, pero lo cierto es que con tanta solidaridad, tanta ética y tanta gaita, al final la gente sale sin saber nada y más violenta y cruel con los compañeros que nunca.
En resumen, ¿qué pasa? Pues que cuanto más se les llena la boca a algunos defendiendo la enseñanza pública más gente lleva los hijos a la privada. Y no porque sea buena, sino porque es un poco menos mala. Y no porque esperes que el niño aprenda mucho más, sino porque esperas que le impongan alguna disciplina y le presten alguna atención en vez de usarlo para integrar a algún pobre desgraciado que no tiene culpa de necesitar integrarse, pero que se acaba convirtiendo en un lastre para los compañeros. Las cosas como son: si se mezcla un litro de vino con una cuba de veneno, el resultado es veneno; y si se mezcla un litro de veneno con una cuba de vino, el resultado también es veneno. Y la integración es eso.
Afortunadamente no han empezado a aplicar eso de la integración en los hospitales, porque el día que decidan que hay que integrar a los enfermos y mezclen en la misma planta a los infecciosos con los cardiacos, a los psiquiátricos con los de oncología, entonces sí que vamos a saber de una buena vez lo que significa para la enseñanza la idea de que los chavales van al colegio a hacer vida social y a mejorar sus traumas en vez de a aprender matemáticas, inglés y geografía.
Pero está visto que lo de aprender es lo de menos. Y si no, no tienen más que echar un vistazo a los horarios, pensados para complacer a los sindicatos y no para ayudar a los estudiantes. O preguntar a algún profesor qué se puede hacer con un sistema disciplinario como el actual, donde el maestro carece de autoridad.
Han sido geniales todos nuestros gobernantes de estos años. Ni un enemigo que ocupara el país nos habría hundido tanto.

2 comentarios:

  1. En ciudades pequeñas, la cosa todavía tiene un pase, pero en madrid la gente se da de tortas por meter a sus hijos en los colegios privados y concertados porque son una suerte de antighettho.

    Saludos.

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  2. Ya, eso es l malo.

    Antes la eucación pública era perfectamemnte digna.

    Ahora como es integradora, todo el mundo la evita

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