18 marzo 2007

Coste y costo (mucho de ambos)



A veces, para hablar de los políticos y sus decisiones cometemos el error de pensar en distintos términos que ellos, así que por una vez vamos a tratar de ponernos en su pellejo y hacer las cuentas que ellos hacen. Y los partidos nos pueden cantar las habaneras que quieran, pero el hecho es que su contabilidad, la única que saben hacer y practican a diario, se expresa en votos.
Pues hablemos de votos y hagamos las cuentas en esa moneda, tan devaluada por lo que hemos visto en la birriosa participación de las últimas consultas sobre estatutos autonómicos.
Hacen cuentas y afinan. Créanme. Afinan de lo lindo. Y por mucho que las decisiones del gobierno se empeñen en tratar de convencerme de lo contrario, no soy aún de los que creen que el ejecutivo de Rodríguez Zapatero va dando tumbos sin un plan preconcebido e improvisa tonterías sobre la marcha. Es más: ni siquiera creo que sean tontos.
Y como no son tontos, saben perfectamente el coste electoral que va a tener para ellos una decisión como la de liberar al etarra de Juana Chaos. De hecho, en una reciente encuesta se expresaba el dato de que más del ochenta por ciento de los votantes del partido popular estaba radicalmente en contra de esta medida y también un treinta y tantos por ciento de los votantes socialistas.
A la vista de esos datos, la primera reacción es pensar que uno les concede a nuestros gobernantes más inteligencia de la que tienen, pero como insisto en negarme a tomarlos por idiotas, reflexiono sobre el asunto y creo que es todavía peor. Ojalá fuesen idiotas.
Si saben lo que les va a costar, y aún así lo hacen, ¿qué es lo que temen?, ¿qué es lo que tratan de evitar? Si saben que un tercio de sus votantes está en radical desacuerdo y que están poniendo en bandeja una carta de peso a la oposición, y aún así asumen el coste, ¿qué manejo se traen entre manos? Lo han calculado, saben lo que pierden y no nos cuentan lo que pueden ganar. O lo que dejan de perder. A nosotros no nos cuadran las cuentas, pero apuesten lo que quieran a que ellos sí que les salen. Apuesten lo que les parezca y desconfíen lo peor.
Porque no creo que piensen que ETA va a abandonar las armas a cambio de un preso, y menos ahora, que su brazo político ha gritado a quien quiera escucharlo que sin Navarra no hay nada que hacer. ¿Piensan ceder también en eso?
¿A cambio de qué han hecho este sacrificio?, ¿a cambio de qué asume Zapatero que haya muchos sitios a los que ya no puede ir, porque le van a estar esperando con pancartas llamándole traidor y vendido, entre otras lindezas?
¿Cuales son sus cuentas? No lo sé, pero desde luego está claro que está dispuesto a hacer lo que hace y perderlos votos que pierde porque hacer otra cosa le haría perder más. La espiral en la que se ha metido este gobierno les va y nos va a costar a todos un riñón. Ese es el coste.
¿Y el costo?, se preguntarán ustedes.
El costo, el que fuman los que todavía a estas alturas creen en los gamusinos, los reyes Magos y las razones humanitarias.

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