13 diciembre 2006

Europa está aquí mismo


Y cada día más cerca, oigan. De hecho, desde esta misma semana, Iberia empieza a ofrecer vuelos a Gibraltar en si catálogo de destinos "europeos".
El proceso de renuncia a cualquier cosa que pueda sonar vagamente a política de Estado parece no tener fin. En esta ocasión, la bajada de pantalones ante Gran Breta a no parece obedecer a un objetivo muy claro: ¿en qué parlamento necesita el Gobierno los votos británicos para sacar adelante una rendición, una tregua o un desfalco? A lo mejor en el de Bruselas, donde votaron ya que era buena idea negociar con criminales, o a lo mejor, quien sabe, en alguna comisión sobre enajenaciones diversas, saqueos con empresas interpuestas y tráfico de traiciones.
Porque Gibraltar es exactamente eso: un lugar donde viven veinte mil personas y se domicilian doscientas mil empresas. Un lugar donde se roba a manos llenas, con pretextos antes, descaradamente ahora, generando sociedades que ni pagan impuestos, ni cumplen garantías, ni obedecen a ninguna norma que no sea la del beneficio inmediato y costa del prójimo.
Gibraltar es la isla Tortuga del siglo XXI, el centro de reunión y libranza de los piratas, y nuestro gobierno, en vez de combatirlos con normativas fiscales, o de mantener su posición ante Gran Breta a siquiera en el asunto de la soberanía, se reúne con los llanitos concediéndoles voz y voto en nuestros asuntos y ayuda a la metrópoli británica a abaratar los costes de mantener en pie la colonia.
Porque no digo yo que haya que volver a aquellos aires nacionalistas de nariz alzada y orgullo herido, reclamando, o mendigando, la espa olidad de Gibraltar, como en otros tiempos. Pero si una potencia extranjera mantiene una colonia en tu territorio y la utiliza para saltarse todas las normas fiscales y sangrarte directamente, habrá que intentar al menos dos cosas: que el da o sea el menor posible, y que el coste sea el máximo para la potencia que se divierte con tales marranadas.
Para obligar a los ingleses a traer en barco hasta el agua mineral se levantó la verja. Para obligarlos a traerlo todo de lejos y a un enorme coste. Si se hubiese mantenido esa política, ya se habría llegado a estas alturas a algún tipo de acuerdo; o quizás no, pero no pondrían allí miles de empresas fraudulentas para robarnos a nosotros. La diferencia entre ellos y nosotros es que ellos supieron aguantar y aquí no tardó en aparecer el mercachifle que prefería venderles lo que fuese aunque sus tres pesetas de beneficio nos costaran cien mil duros al resto.
Lo que no se quiere ver, porque se pierde un bocado de economía sumergida, es que si esas empresas no pudiesen operar en Espa a Gibraltar no sería nada. Pero se permite que se creen y se les permite operar aquí. Y ahora, se les pone avión para que puedan venir a robar desde más lejos. Eso es ser europeos.
Al final, ya ven: la manera de acerarnos a Europa o de europeizarnos nosotros del todo va a ser regalar Lanzarote a los alemanes. Para que nos aplaudan, que estamos muy necesitados de aplausos. O para que se rían de nosotros unos distintos, en vez de los de siempre.

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