14 diciembre 2006

En manos del enemigo


A estas alturas ya no debería sorprendernos ninguna posibilidad a la hora de inventar nuevas formas de perpetuar a los mismos, a los de siempre, en la poltrona del poder, pero de vez en cuando surgen conceptos que nos obligan a alzar una ceja.
En México, con parsimonia y perfecta inercia sostenida lograron nada menos que la revolución institucional. En Corea de Norte dieron un paso más allá, y tras la muerte de su líder revolucionario, inventaron la inefable monarquía comunista hereditaria. Por lo que estamos viendo últimamente, los españoles, fieles a nuestra lema de "plus ultra" parecemos decididos a sacarnos de la manga la monarquía federal. Hay quien dice que sería mejor una república, reeditando la segunda, pero mucho me temo que esos no han echado un vistazo a la historia Europea y no han visto lo que pasó en Alemania cuando, añorando el desparecido segundo Reich, crearon el tercero.
Y lo cierto es que no nos vendría mal echar un vistazo a Alemania. Allí, hace escasamente una semana, la canciller Merkel sacó la calculadora y se atrevió a decir a sus conciudadanos que la República federal estaría mucho mejor, más vigorosa, y más próspera, si arrinconase de una vez la duplicación de competencias de los distintos estados federales.
Afirmó también ante el Bundestag que los más beneficiados por la descentralización eran los defraudadores fiscales, que se aprovechaban de la ausencia de una entidad recaudatoria única para evadir sus impuestos. Incluso llegó a decir que las diferencias legislativas entre unos y otros estados eran a menudo aprovechadas para crear y hacer desaparecer empresas cuyo único objeto era aprovecharse de las ayudas y subvenciones con que unos Länder competían contra los otros.
Sin complejos y sin miedo a que la llamaran fascista, dijo asimismo que el estado federal era un estorbo para la coordinación de los servicios públicos, un quebradero de cabeza para la construcción de grandes infraestructuras y un motivo de incertidumbre para los ciudadanos, que debían atenerse a normas emanadas por distintas instituciones, unas normas que a veces resultaban abiertamente contradictorias y que acababan conduciendo a una judicialización escandalosa de la vida pública.
Las reflexiones de la canciller seguían abordando otros muchos puntos, pero tampoco es cosa de aburrirles con la enumeración detallada de lo que aquí, boina en mano, entendemos de sobra: "la unión hace la fuerza". O si no, miren a los Estados Unidos, por ejemplo, que tiene cincuenta estados con distintas leyes pero todos con la misma caja.
Lo dicho: que no hay para qué seguir.
Si acaso, vale la pena apuntar un detalle: la República Federal de Alemania se crea después de la derrota nazi en la segunda guerra mundial, y la crean los aliados. Por tanto, una república federal es una estructura muy adecuada y muy interesante para que te la imponga el enemigo cuando acabas de firmar la rendición incondicional, pero a lo mejor no lo es tanto cuando puedes elegir cualquier otra cosa.
Así que, visto lo que estamos viendo, habrá que preguntarse en España quién nos ha invadido y ante quién hemos firmado la rendición incondicional.
O ante quién la vamos a firmar.
No sé ustedes, pero yo ya lo sospecho.

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