22 diciembre 2006

Competencia desleal




Hace un par de semanas entro en vigor el tan traído y llevado plan de prevención contra el fraude fiscal, y después de echarle un par de vistazos terminé de convencerme de que se trataba de perseguir los cuatro duros de los de siempre, porque al gran fraude, al que roba a manos llenas, este plan le importa un huevo.
Entre las gloriosas medidas que propone el gobierno está la retención de un uno por ciento a las facturas que los empresarios en módulos emitan a otros empresarios. Se supone que con esto se evitarán las facturas falsas o de favor, pero a ver, díganme ustedes: ¿desanima en algo una retención de un uno por ciento a gente que se está metiendo entero el dieciséis de IVA más el treinta del Impuesto de Sociedades? Pues claro que no. De lo que se trata es de retener un uno por ciento para engordar la caja, aunque haya luego que devolverlo en junio de 2008 (después de las elecciones curiosamente, cuando ya esté gastado).
Seguimos: a partir de ahora, al escriturar un piso en notaría habrá que declarar los medios de pago, y especificar con qué se paga cada cantidad. En principio suena bien, pero si se fijan, la osa va contra el consumidor final, o sea, contra el pobre currante que tiene que pagar el piso, y no contra el concejal que recalifica o el constructor que logró la recalificación del solar.
Otra perla, y esta es buena: desde el uno de diciembre, las entidades bancarias deberán tomar nota de quién solicita o ingresa billetes de 500 Euros. Estos billetes, pro tanto, dejan de ser moneda a al portador para convertirse en cheques casi nominales, porque hay que dar el nombre para que te los den o para ingresarlos. No sé a ustedes, pero a mí la cosa me huele a movimiento preparatorio de un futuro corralito. En cuanto a la pasta que se pira a Suiza o Gibraltar, ni mencionarla.
Otra estupenda: hasta ahora, se consideraban operaciones vinculadas las que realizaban empresas con propietarios en parte coincidentes. Ahora se consideran operaciones vinculadas las 2ue se realicen entre empresas participadas por personas relacionadas por afinidad o parentesco hasta el tercer grado. Esto, que suena confuso, implica que la valoración de los bienes o servicios que se presten estas empresas no será la de la factura, sino la que establezca Hacienda según sus criterios. Así que si alguno de ustedes compra, vende o contrata algo con un primo o cuñado, por ejemplo, que se vaya preparando, porque el valor de la operación no es el de la factura, sino el que Hacienda diga.
Y para el final dejo la traca: a partir de ahora, pagarán los mismos impuestos los beneficios obtenidos por los ahorradores que los beneficios obtenidos por los especuladores. Hasta ahora, cada año que pasaba desde que comprabas un bien hasta que lo vendías, reducía la cuota tributaria. ¡Ahora no! Ahora paga el mismo porcentaje el que tiene un piso desde hace treinta años y lo vende que el que lo compró hace diez días y lo vende hoy por dos millones más. ¡Esto sí que es socialismo con un par!
A veces, cuando salen leyes de estas, acaba uno pensando que el gobierno sólo lucha contra los chorizos porque le hacen competencia. Otra cosa no se entiende.

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