13 diciembre 2008

La mordaza rosa




Varios colectivos de gays y lesbianas han anunciado acciones contra la reina Doña Sofía, después de que esta afirmase en un libro que "los gays pueden casarse, pero que a eso no lo llamen matrimonio". Según los colectivos de gays y lesbianas estas palabras son impertinentes y no las pueden permitir.
Con independencia de lo que opine sobre el asunto, que no es momento ni lugar para entrar en ello, observo que ciertas minorías, y muy en especial la de gays y lesbianas, vienen aplicando desde hace un tiempo una gran presión contra la libertad de expresión de la gente, atacando a todo aquel que no opine como ellos. Veo lógico y muy adecuado que traten de evitar cualquier insulto, menosprecio o discriminación, pero cuando tratan de imponer su opinión a los demás, tachando de homófobo al que no piensa como ellos, se están pasando al bando que tanto los ha perseguido: al del pensamiento único.
Dice el refrán popular que no sirvas a quien sirvió y parece que aquí tenemos una buena prueba: durante tantos años se ha hecho callar y esconderse a gays y lesbianas que, en cuanto pueden, son ellos los que intentan hacer callar y esconderse a los demás.
Lo que no es de recibo es que tengamos todos que aplaudir sus peticiones, sus opiniones y sus puñetas por miedo a que nos llamen fascistas, homófobos o discriminadores. Decimos lo que nos da la gana de las reivindicaciones de los gays igual que decimos lo que nos da la gana de las peticiones de los ganaderos. La igualdad es eso.
La reina Doña Sofía puede, como usted y como yo, opinar lo que le parezca. Puede opinar que el matrimonio entre gays no debe llamarse matrimonio y puede opinar que habría que crear otra figura legal para el caso.
De hecho, yo puedo decir que Recesvinto era un rey godo, que siete por cinco son cuarenta, que Gengis Kahn era de Albacete y que un homosexual es en realidad un enfermo. Estaré equivocado o no, pero quien quiera hacerme callar es un dictador de mierda que exige ser respetado mientras aplica el rodillo, en cuanto puede, a la libertad de los demás.
Y es que ya lo dijo Sánchez Dragó: en España nunca hubo censura: con Franco se llamaba "limitación expresiva" y ahora se llama "corrección política". Pero censura, lo que se dice censura, ¡nunca!
Apúntate otra, Fernando.

2 comentarios:

  1. En efecto, se está tratando de imponer un pensamiento único, hueco y descafeinado. Es la forma más sencilla de tenernos a todos en el redil.

    Y lo mimo se aplica en cuanto que se critica a una mujer (no al colectivo femenino): inmediatamente te acusan de machista.

    Saludos.

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  2. La dirección quellevamos es clara: trivializar cualquier idea para evitar cualquier oposición.

    me temo.

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