06 enero 2008

Vandalismo y naturaleza


Es una evidencia: cada ser y cada especie procura adaptar el mundo a sí mismo, de modo que el hábitat y el entorno le sean conocidos y favorables. El hombre de carácter trata de formar hombres de carácter; el esclavo, intenta generar esclavos; el que es una mierda y no sirve para nada, trata de convertir su entorno en una mierda que no sirva para nada.
El vandalismo es eso: el intento de los que no sirven para nada de moldear el mundo a su imagen y semejanza.
No se engañen. No se dejen embaucar por teorías humanitarias tramadas en bufetes subvencionados hablando de rabia, frustración, y violencia generada por la injusticia. Esas teorías no se construyen para solucionar el problema, sino para convencernos de que no el problema en sí no existe y hay que convivir con él, como con los días de viento y las granizadas de verano. O aún peor, para convencernos de que los culpables somos los demás y el vandalismo es una reacción lógica contra nuestra actitud represora.
Y no es eso. No tiene nada que ver. El que sale por la noche a dar patadas a las papeleras, romper bancos de los parques y quemar contenedores no es un revolucionario en potencia: es un escombro, una chinche, un guiñapo. No necesita injusticia previa, ni frustración distinta a la que le producen los espejos. Es su naturaleza. Genera desechos porque es un desecho. Genera basura porque es basura.
El entorno influye, pero no determina.
Allá por los años ochenta, oí un anécdota que me apetece contarles. En un juzgado de ciudad pequeña acusaban a un gitano de haber asaltado varios chalés. Lo habían pillado con las manos en la masa, y la defensa era complicada, así que el abogado defensor se empleó a fondo tratando de convencer al magistrado de que era la propia sociedad que lo enjuiciaba la culpable de su actos. Dijo que el acusado era analfabeto, que no había podido ir a la escuela, que su padre le pegaba a él y a su madre, que su padre era un borracho y la sociedad lo discriminaba por ser gitano. Dicen que entonces, el patriarca de aquella comunidad gitana se levantó muy enfadado, y arriesgándose a que lo expulsaran de la sala o lo multasen por desacato, le dijo al bogado defensor: "oiga usted, que muchos de los demás tampoco sabemos leer, tampoco fuimos a la escuela y algunos tuvimos padres peores que el suyo, ¡y los demás no robamos, no me joda!"
Cierta o no la anécdota, tenía razón el patriarca aquel: los demás padecemos los mismos problemas y las mismas frustraciones, y no nos desfogamos creando cloacas. Seguramente, porque no somos ratas y no obtendríamos ventaja alguna convirtiendo el mundo en una cloaca.
Por lo demás, la suavidad con que la ley juzga estos actos, la clemente comprensión con que los afronta, no hace más que describir la verdadera naturaleza de la ley.
El buen entendedor entiende.

2 comentarios:

  1. Gran verdad, aplicable no sólo al vandalismo, sino a buena parte de la delincuencia, y políticamente incorrecta, como lo són todas las verdades. Si te llega a leer tu paisano (uno no es de donde nace, sino de donde pace), el del talante, te anatemiza al instante.

    Saludos.

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  2. En mi tierra estamos acostumbrados a paisanos como ese.

    Te recuerdo que, según se dice, Poncio Pilatos era de Astorga.

    :-)))

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