24 enero 2008

El imposible alquiler


La cuenta sale a ojo: puede haber propietarios sin inquilinos, pero no puede haber inquilinos sin propietario que les alquile, porque la condición de inquilino se adquiere después de firmar el contrato.
Por estas tierras, sin embargo, parece estar de moda empujar el razonamiento en sentido contrario: para que el mercado de la vivienda vaya mejor, se pretende aumentar el número de inquilinos. Y no es eso, oigan: lo que hay que aumentar es el número de propietarios dispuestos a alquilar sus inmuebles, y hacerlo de una vez, sin complejos, y sin mentiras.
Dejar sin castigo al que no paga, no es una medida social. Permitir que un jeta se enquiste en una casa sin pagar el alquiler y no ponerlo de inmediato en la puñetera calle, no es una medida social. Permitir que se causen destrozos sin una rápida y eficaz compensación al propietario no es nada social. Ni caritativo. Ni tolerante siquiera. Semejantes actitudes, que vienen sufriendo los propietarios desde hace muchos años, son solamente muestra de cobardía y debilidad por parte de los políticos y una auténtica sangría para el bolsillo de la gente más humilde.
Porque esas liviandades en apariencia benévolas son las que hacen que se queden muchos miles de pisos sin alquilar y, por ende, suban los precios hasta cotas vergonzosas. ¿Cuántas viviendas saldrían al mercado si los propietarios no tuviesen miedo de que no les pagasen o de que les machacasen la casa? En toda España, cientos de miles, pueden estar seguros.
Así, como las leyes no defienden al que tiene el piso, se defiende él mismo. Bajando las persianas y echando la llave. Cobrando por anticipado al que cumple las pérdidas que le causará el maleante. Pidiendo una pasta de más, en concepto de "seguro" por lo que pueda pasar.
No entro en la legitimidad o la calidad de la mercancía que vende, pero el propietario de un piso, como el frutero, quiere que le dejen desempeñar pacíficamente su negocio, y si no, pues cierra. Quiere que le den seguridades, que para eso paga impuestos. Pero eso no: es mejor dar subvenciones al inquilino, como si eso fuera a poner más pisos en alquiler en vez de encarecer los que hay, o prometer, a seis meses de las elecciones, que se tomarán medidas contra los morosos, cuando todo el mundo sabe que hace falta casi un año para sacar adelante una medida legislativa de ese tipo.
Todo vale, con tal de no tener que tragarse la foto de la abuelita sacada de casa por la Guardia Civil. Amarillismo puro. Y es que no sólo los políticos, sino también los medios de comunicación también tienen su parte de culpa: ¿qué se juegan a que si se aprueba una ley que ponga en dos semanas en la calle a los morosos, la televisión y los periódicos sacarán en primera plana a la pobre abuela y no a los treinta cabrones que se fundían el alquiler en güisquis?
Somos así: nos va lo trágico y tragedias tenemos. Y las peores, las calladas, son las de todos los días. Las de los que honradamente pagan quitándolo de otro lado. De todos lados.
Las de los pobres a quienes dicen defender los que no aprietan al gorrón.

2 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo: la beneficencia de salón sólo beneficia a los sinverguenzas y, lo que es peor, todos los demás, tanto arrendadores como inquilinos, acaban pagando el pato.

    Lo cierto es que para poner hoy un piso en alquiler hay que tener muchos huevos (o mucha inconsciencia). Conozco un caso de uno, que además de no pagar, se declaró en estado de necesidad y el dueño, además de no cobrar, tiene que pagar la comunidad, etc...

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  2. bueh, y mientras no le destrice el piso, por necesidadas psicológicas antistress, que se dé por satisfrecho...

    hay que joderse...

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