31 octubre 2007

Las cuentas con la Iglesia (mejor no hacerlas)



Que sí, señor Carretero, que sí saben lo que hacen. Que perdonarlos los perdonará Dios igual, si existe, porque para eso derogó en una cruz el Antiguo testamento y su ley del garrotazo y tentetieso, pero vaya si saben lo que hacen.
Lo saben y les da igual. Porque les importa un carajo el número de plazas de asistencia a ancianos que esté ofreciendo la Iglesia. Les importa tres pimientos que los padres sigan haciendo malabarismos para mandar a sus hijos a un colegio concertado en vez de enviarlos al que les quieren imponer. Les da por el saco que el noventa por ciento del patrimonio histórico y cultural español dependa para mantenerse en pie de la diligencia de párrocos y cabildos. Se la suda.
Cerrarán los colegios, los albergues para personas sin techo y las residencias de ancianos, y acto seguido le echarán la culpa a la Iglesia. Por avariciosa, insolidaria y oscurantista.
Aquí de lo que se trata es de darle los cuartos a los partidos y a los sindicatos, de repartir subvenciones entre comunas de artistas, pancarteros y otros apesebrados del régimen. Lo importante es combatir cualquier grupo o asociación que vertebre la sociedad más allá del terruño, la televisión y el lerele cortijero con señoritos estirados en que poco a poco van convirtiendo el país. Y no es cuestión de colores, sino de mentalidades, y en eso de amurallar lo propio y echar treinta cortinas a lo que se hace van todo por el mismo camino.
Si esperamos que hacer cuentas sirva de algo, estamos apañados, señor Carretero. Las cuentas le importan al que gasta su dinero, y estos gastan el de todos. Para lo que sirve esta clase de cuentas es para ponerles los dientes largos, porque lo que de verdad les gustaría es cambiar un albergue de transeúntes que está costando treinta mil euros al año por otro que cueste noventa mil, con cinco personas contratadas, todas afines, y todas funcionarias. Y que el comedor lo lleve la empresa de un cuñado.
Nos cuenta usted que una plaza en un colegio público cuesta 3518 euros y en uno concertado sólo 1841, y seguramente tiene razón. Seguro. ¿Pero no se da cuenta de que eso son 1677 euros perdidos por niño?, ¿no se da cuenta de que alguien tenía que cobrar ese dinero y se lo están quitando de las manos? ¡Vaya faena!
Que sí, que es eso, no se engañe, y que por esa razón le dan tantas vueltas a quitarle la asignación a la Iglesia: porque están a ver lo que cierra y a ver lo que pueden chalanear por el camino. O a qué ONG se lo dan, a cual de esas a las que cuesta un imperio sacarles el dato de qué parte de sus ingresos gastan en lo que tan galanamente llaman autogestión. O a qué empresa recién creada le contratan el mantenimiento de una ermita que hasta ahora se conservaba con trescientos euros al año, a escote de los fieles.
Por eso es mejor evitar semejante clase de cuentas, conociendo al personal.
Por no dar ideas, más que nada.
Mejor callar, hágame caso.

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