21 octubre 2007

Zamora y sus litorales



El problema de Zamora no es sólo que el Cartógrafo Mayor la pusiera en una esquina por donde nadie pasa, como decía el otro día el director de este periódico, sino también y creo que sobre todo, la manía secular de pensar que Portugal no existe.
Porque no me negarán que si Zamora estuviese junto a la frontera de Francia nos lo tomaríamos de otro modo. Pero no estamos en los Pirineos: no tenemos limitada nuestra movilidad por una cordillera de mucho pe asco, mucha nieve y muchos miles de metros de altura. Lo único que tenemos a nuestra espalda es más tierra, como la nuestra, y más gente, también como la nuestra, y la continuidad de un río que sigue frontera abajo con total indiferencia a la latitud exacta donde algún tonto caducado puso una frontera.
Seamos serios, paisanos: Zamora queda en ninguna parte, pero no porque sea una isla, ni porque sus costas miren a un océano infranqueable. Zamora está "en casa Dios" porque no se ha hecho ningún esfuerzo real de comprensión, de colaboración, ni de coordinación socioeconómica con los portugueses, que son tan vecinos y tan horizonte nuestro como los vallisoletanos o los leoneses. Somos una esquina porque queremos, sobre todo en estos tiempos de ausencia de fronteras, normativa común y moneda única.
Deberíamos echar un vistazo al modelo alemán, o al modelo checo donde la frontera entre sí, o la frontera con Austria, es un simple convencionalismo, donde la gente va a trabajar o a hacer la compra de un lado a otro todos los días. Deberíamos echar un ojo a sus infraestructuras comunes, pagadas a escote, y a sus esfuerzos doblados, y hasta triplicados para que en la regiones fronterizas no se duplique y tripliquen los gastos. Viena y Bratislava, las capitales austriaca y eslovaca respectivamente, están a treinta kilómetros, y a estas alturas deben haber acordado hasta el reciclado de basuras en común, sin que nadie entienda que pierde su soberanía. Sólo es cuestión de hacer que las cosas funcionen mejor y más barato. Sólo es cuestión de usar la cabeza para algo más que llevar la boina.
Pero no, aquí no.
Aquí lo que ocurre es que mantenemos esa mentalidad medieval de que al otro lado hay monstruos, de que una vez que se llega a la línea de demarcación empiezan los precipicios insalvables donde se pierden los hombres y las almas. Y no es así. Zamora no es una esquina. Es un territorio central con Castilla al este, León al norte, Salamanca al sur y Portugal al oeste. Es así. No hay quien lo niegue, pero a nuestros políticos, siempre originales y decididos, ni se les pasa por la imaginación convertir en realidad económica y vital la evidencia de los mapas, sobre todo porque el único mapa que han visto es el del tiempo y ahí no sale Portugal.
Debe de haber quien cree que al oeste de Zamora hay playa, caray. Y lo que hay es gente que se siente aislada y abandonada por su gobierno, porque les dicen que son noreste periférico y es mejor invertir en Lisboa o en Oporto. Del otro lado de la frontera hay gente que está mal porque piensa que está sola, y de este, otro tanto. Y seguimos pensando eso después de que el Tratado de la Unión borrase al demonio la frontera. Somos como dos náufragos que se ven todos los días, se saludan con frialdad y se mantienen en la cabezonería de que están solos.
Somos de chiste, no me digan.

No hay comentarios:

Publicar un comentario