21 febrero 2007

Yankee go home


Dicen las malas lenguas que fue la Unión Soviética la que propició y financió las revueltas estudiantiles de mayo del sesenta y ocho, de modo que la opinión pública de Occidente tuviese mejores cosas que hacer que mirar cómo los rusos acribillaban a los pobres checos que pedían libertad en la primavera de Praga. Aquella fue la primera ocasión en que el espectáculo eclipsó a la realidad y desde entonces no hemos dejado de asistir al mismo fenómeno, pero de edo ya hablamos otro día.
Las malas lenguas, que nunca se cansan, dicen también que los soviéticos financiaron a los movimientos pacifistas y antinucleares de Europa occidental, como manera de debilitar a los ejércitos adversarios y frenar su desarrollo industrial encareciendo su electricidad. De estas subvenciones encubiertas han aparecido pruebas documentales tras la caída del comunismo, y más que aparecerán según vaya pasando el tiempo, pero a lo mejor hay que darles las gracias, porque no todo el que tiene buenas intenciones es tu amigo ni todo el que las tiene malas te hace daño.
Pero de pronto resulta que se repite el movimiento contra las bases americanas y uno se pregunta a quién van a echar la culpa las malas lenguas. La Unión Soviética se fue tomar por saco, marcando el paso y con abrigo de invierno, y su sucesora, Rusia, no parece que esté ni para tirar el dinero ni con ganas de enredar en semejantes tonterías. ¿Quién promueve ahora esas manifestaciones, por ejemplo las italianas, contra las bases americanas? ¿Los iraníes, como dicen algunos? Puede ser, pero no me lo creo.
Puestos a pensar mal, que a veces, aunque no siempre, es el paso previo para hablar mal, me inclino más por la posibilidad de que sean los propios norteamericanos los que apoyan y financian esta nueva efervescencia de los viejos lemas.
Y es que, nos pongamos como nos pongamos, lo cierto es que los americanos han venido siempre ha Europa cuando los hemos llamado. En la primera Guerra Mundial, para dar la puntilla al Eje. En la segunda, para que Hitler no se comiera media Europa; luego, en la guerra fría, para los rusos no se merendaran la media Europa que no habían invadido durante la guerra, y finalmente, durante la guerra de Yugoslavia, para sacarnos de la vergüenza de no ser capaz de resolver siquiera un pequeño conflicto regional, casi una guerra tribal, en nuestro propio territorio y supuesta área de influencia.
Por eso hay que pensar que son ellos los que organizan las movilizaciones: para poder marcharse diciendo que éramos nosotros los que no les queríamos.
Para poder cobrar el doble la próxima vez que haya un problema, cualquier problema, y les volvamos a llamar.

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