15 febrero 2007

Setenta son setenta (lo crean o no)


A veces hay que hacer cuentas para apercibirse de lo fácilmente que nos dejamos tomar el pelo. Setenta años han pasado desde que comenzó esa reyerta de cainitas a la que la historia quiso llamar guerra civil, y aquí estamos, todavía, dando vueltas a las justificaciones y los pretextos del eventos como una familia que, setenta años después, sigue debatiendo quién tuvo razón en el divorcio de los bisabuelos.
Y no crean que señalo hacia afuera, no: también me incluyo a mí mismo. Después de setenta años, me encuentro debatiendo con quien sabe más que yo sobre si ilegalizar a Acción Nacional y no a la CEDA sería como ilegalizar al Partido Comunista dejando en paz a Izquierda Unida. Porque Izquierda Unida también es una coalición, aunque más del noventa por ciento de su peso esté en el partido comunista.
Setenta años, oigan, y aquí estamos, explicando que fue Serrano Suñer, el cuñadísimo, el que una vez contó en una entrevista el chascarrillo de cómo Franco respondió "no y no" a la propuesta de que se ofreciera a Ortega y Gasset el Ministerio de Instrucción Pública. Y si el señor Mateos dice que el chiste es apócrifo, pues tendrá razón, que para eso es persona de sobra autorizada. Pero si Serrano lo decía, también puede ser que a alguien le pareciese buena idea proponer a Ortega, a la vista de que los nazis perdían la guerra y convenía acercarse a las potencias aliadas con un gesto de apertura. Porque de lo que se decide en firme hay documentos, pero de lo que se propone y de lo que se habla en los corrillos del poder, sólo hay testimonios. Y conociendo a Serrano y su retranca, lo mismo ni era verdad siquiera que alguien pensó en Ortega para lavar la imagen del régimen; pero sonar, suena plausible.
Y es que a veces no importan tanto las fuentes como la intención con que uno se acerca a ellas, porque no es igual ir a beber que ir a lavar los calcetines. Yo en las palabras de Serrano buscaba el chiste, porque han pasado setenta años y debería importarnos tres pimientos a quién quisieron hacer Ministro de Instrucción Pública o Director General de Obras Hidráulicas.
Pero el caso es que seguimos en ello, y me incluyo. Seguimos dándole vueltas a la misma postilla hasta crear un género literario y cinematográfico llamado "guerracivilismo", empeñado en agitar los huesos de los muertos como un sonajero por ver si cae un voto, o una ocasión de zaherir al adversario político.
Y a veces, algunos se pasan: hace poco, en el sur, asistí a una reunión en la que se habló de lanzar una campaña contra el Alzheimer en la que se instara a los ancianos a escribir sus recuerdos de represión del franquismo para ayudarlos a conservar la memoria "y concienciarlos de cara a las elecciones". Y esto no me lo contaron. Estaba allí y a mucha gente le parecía normal utilizar la sanidad pública para "concienciar" a la gente de cara a las elecciones.
Este tipo de cosas me hace pensar que hay gente que le saca a todo esto un rédito político, además del económico en forma de subvenciones, y que a algunos no les importaría "jugar la revancha" como ya escuché en otra ocasión.
Han pasado setenta años y hay gente que quiere convencernos de que nuestra guerra civil acabó hace tres meses.
Pero no: son setenta años. Los mismos que pasaron desde la guerra de Cuba, de 1898, hasta mayo del sesenta y ocho. ¿Se imaginan ustedes a alguien, en pleno mayo del sesenta y ocho, debatiendo sobre la Guerra de Cuba? Claro que no. Sería ridículo.
Pues nosotros lo hacemos. Porque setenta son setenta, hasta que llega el amo del calendario para decirnos que de 1936 a 2007 han pasado quince días.
Y así estamos.

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