27 octubre 2006

Manifestaciones contra la pobreza


Por estos días comienzan las manifestaciones contra la pobreza en más de cuarenta ciudades españolas. Y es cierto, indiscutible del todo, que la pobreza es una lacra que afecta a demasiados seres humanos y que hay que ponerle remedio como sea.
Pero a mí es que eso de las manifestaciones contra la pobreza o el terrorismo me suenan a cachondeo. Me suena a manifestarse contra la gripe, armados todos de pancartas insultantes hacia el virus y profiriendo enormes gritos contra la enfermedad, en vez de investigar una vacuna que funcione. Esa clase de actos, en suma, me parecen lavaderos de conciencia en los que se trata de ventilar quién lava mejor y más blanco. Eso, y en algunos casos, una satisfacción para los culpables, porque no me digan que no se debieron reír los terroristas con aquellas manifestaciones de manos blancas exigiendo el final de la violencia. Seguro que se troncharon, vaya.
Pero la cosa se lleva y hay que echarle un ojo por dentro, a ver qué hay en esta clase de inventos amigos de la Humanidad pero enemigos de la lógica, si es que tal cosa es posible.
A mi juicio, lo peor no son las manifestaciones en sí, que tienen algo de encomiable por aquello de la concienciación y otros pretextos para pedir subvenciones, sino que esta clase de eventos reflejan un estado de parálisis en la sociedad que es realmente preocupante: hay una gran masa de gente que cree que basta con pedirlas cosas o con desearlas para que se cumplan. Lo peor es que esta clase de actos denotan un infantilismo de estilo Harry Potter, una mecánica por la que parece que si nos juntamos muchos para pedir algo, aparecerá una extraña y novedosa divinidad democrática para verificarlo al instante.
En la Edad Media se organizaban novenas y rogativas contra la peste y se sacaba de procesión a san Roque; a la Yersinia, la bacteria que la producía, le daba lo mismo, pero San Roque se hizo patrón de muchos pueblos. En nuestra época, como la sociedad es laica, las procesiones son de otro tipo, pero no dejan de ser procesiones y rogativas, como las de antaño. Veremos qué patrón nos sale. Pero lo mismo que entonces no había quien se atreviese a decir que veinte mil incautos paseaban una imagen por las calles, no habrás estos días periódico ni televisión que le eche agallas para titular “veinte mil obesos se manifestaron contra el hambre”.
Cosas de la magia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario