16 octubre 2006

La estrategia de Caperucita


Al final retiraron el anuncio de las selecciones autonómicas, pero la intención ya se vio: un niño con la camiseta de la selección española impedía a los demás, vestidos con camisetas de selecciones regionales, jugar al fútbol en el césped.


Lo primero que se le viene a uno a la mente es que ya hacemos bastante el ridículo como selección conjunta como para dividirnos en diecisiete equipos de colegio, peor eso es lo de menos. paralos nacionalistas loi único que cuenta es poder llevar su bandera a alguna parte y cantar el himno, boina en mano. Y el enemigo es España, claro.


Parece que últimamente los nacionalistas ya no se conforman con dar bombo a su tierra, ni con ese chauvinismo paleto de “ lo mío es lo mejor” y “somos la releche en verso alejandrino”, que al fin y al cabo son defectos de gente poco viajada y poco leída, pero defectos de andar por casa. Ahora, al leer los libros de historia que imparten en sus escuelas, parece que el enemigo es España, y que sin la destrucción de es enemigo feroz nunca podrán ser nada. Tan acostumbrados están a creerse cuentos, que da la impresión de que su estrategia se plantea sobre las huellas de Caperucita Roja. España es el lobo y ellos son las víctimas. Ellos son la abuela y la propia Caperucita. Y parece que creen que en cuanto maten al lobo, la abuela y Caperucita Roja saldrán bailando de la tripa de la fiera, abrazadas y celebrando al fin su libertad.


La realidad, en cambio, sugiere otra cosa. La realidad es una cosa muy cabrona y nos enseña aquello de “divide y vencerás”, frase antigua que también puede enunciarse en pasiva: “sé dividido y serás vencido”. La realidad, la que conocemos todos, nos enseña que cuando un organismo muere, sus miembros no se van por ahí tan campantes.


O a lo mejor en el mundo en que vive esta gente van por ahí a sus anchas los brazos y piernas sanos de los muertos. ¡Será por fantasmadas!

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