12 septiembre 2006

Nos hicieron un corral

No voy a caer en el tópico: no voy a preguntar donde están ahora los paniaguados del no a la guerra, ni para cuándo se ha convocado la manifa de protesta por los mil y pico soldados que España envía al Líbano.
Tenemos también tropas en Afganistán, y nuestro gobierno ha mandado triturar los restos de los helicópteros que se estrellaron allí para que no se siga dudando si se accidentaron o no. Se accidentaron porque lo dice el Gobierno y porque nadie podrá probar otra cosa. Punto y final.
Tenemos todo esto, fuegos diversos, a los navarros temblando porque los van a vender, y nadie se queja. Estupendo. Sin embargo, tampoco quería hablar de ese vomitivo sectarismo que consiente todos los crímenes a los suyos, desfalco y cal viva incluidos, mientras observa con lupa al adversario. En España, antes de opinar sobre un crimen, no se pregunta si fue de defensa propia o no; se pregunta quién es el criminal, a qué partido vota, y luego ya veremos. Pero eso es otro cantar. Eso para otro día.
En lo que quisiera fijarme hoy, con su permiso, es en la creciente impresión de que nos están intentando sumergir en la lógica del pensamiento único. Nuestra democracia agoniza. La democracia real, la que supone que el pueblo tenga algún poder sobre sus gobernantes. Se nos va al carajo.
Cada vez veo más síntomas de que en España se está cociendo un PRI como el mejicano, un Partido de la Revolución Institucional (cuadrados los tenía el que le puso el nombre) que actúe como si el país entero fuese una finca propia, mientras se le cuenta a los jornaleros cualquier cosa porque no tiene modo de enterarse de la verdad.
Nos mandan callar, y callamos.
Nos preguntan, y no sabemos.
Nos prerguntan y opinamos, pero no sabemos. Opinamos lo que nos mandan opinar, porque nos da vergüenza opinar otra cosa, peor lo cierto es que no sabemos.
¿Se acuerdan de aquello del “no sabe, no contesta”? Pues ahora se lleva otra cosa: no sabe, pero contesta.
Y no es cuestión de incultura, ni de dejadez. Es culpa de que hay más aspectos de la vida diaria de los que es imposible enterarse, lea uno lo que lea y vea uno la televisión que vea. Cada vez hay más cosas que no existen, sucesos que no suceden y problemas de los que ni se habla ni se permite comentario alguno.
El otro día, por ejemplo, tuve que enterarme del coche bomba que ETA probó en Francia por las noticias de una radio Argentina en internet. Sólo una semana después lo publicaron los medios españoles como si fuese novedad.
España lo sabe una semana después de que lo cuente una radio argentina. ¿Qué está pasando?
Cuando empiezan a ocurrir esta clase de cosas no queda más remedio que pensar que ni siquiera con Franco estábamos tan a oscuras: entonces, al menos, sabíamos que el Gobierno trataba de pisarnos el gaznate, tenía censura y te podía meter un paquete si decías lo que no se debía.
Ahora han cambiado la ley de lo que no se puede decir por la ley de lo que no existe. Y además les tienes que dar las gracias .Y si te pillan en campaña electoral, incluso la mano y un abrazo.
Ja.

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