21 mayo 2007

Vergüenza, ¿de qué?


A mí lo que me hace desconfiar de Rajoy no es que gane ocho mil euros, sino que se avergüence de decirlo, por mucho que quien se lo haya preguntado sea una pensionista a la que sólo le dan trescientos euros al mes.
¿De qué se avergüenza?, ¿le pagaba él a esa mujer la pensión de trescientos euros? Lo malo es que los políticos, casi siempre, creen que sí, porque tienen la impresión de que el dinero del Estado es suyo.
A mí, lo que me joroba y lo que me hace pensar que en este país vamos de cráneo, es que a la gente le dé vergüenza ganar dinero, y que se considere el beneficio o el lucro como algo sucio. Si ganar dinero está feo, ¿qué es lo que debe hacer una persona para mejorar?, ¿pedir una subvención?, ¿hacerse liberado sindical?, ¿o simplemente robarlo?
Porque el dinero es el sistema de intercambio más limpio y pacífico que hemos conseguido inventar los seres humanos en milenios, y donde le dinero deja de ser razón para trabajar se imponen las armas, y aquellas relaciones personales de vasallaje que caracterizaban al feudalismo.
Lo cierto es que pensar que un líder político como Rajoy gana ocho mil euros, me da un poco de miedo. Y se lo explico: ocho mil euros los gana al mes cualquier due o de un restaurante mediano, casi todos los propietarios de un pub de copas y la mayor parte de los empresarios con más de cuatro trabajadores. Estoy cansado de hacer declaraciones de la renta de profesionales y del impuesto de sociedades para empresas, y les aseguro que beneficios de cien mil euros al a o no son una cosa rara, ni siquiera en sitios tan empobrecidos como Zamora o León. De hecho, no conozco a ningún dentista que gane menos, digan ellos lo que digan en sus cuentas oficiales.
Y da miedo.
Da miedo pensar que una persona, Rajoy o cualquier otro, que puede influir en la vida de todos, o que puede llegar a gobernar un país, gane menos que el due o del bar de copas de la esquina. En estas condiciones, ¿quién se va a meter en la política? Pues los muertos de hambre. Los que no valen para otra cosa, los que creen que el mejor sueldo que van a ganar en su vida son estos ocho mil euros, porque no valen para empresarios, ni para tenderos, ni para dentistas.
El buen profesional, el que debería ser ministro, sabe que puede ganar doscientos o trescientos mil presidiendo una empresa, o veinte millones de euros al a o como gerentes de Telefónica, o de Endesa. Los que nos convendría tener al frente del kiosco se mueren de risa pensando en dejar sus trabajos privados para ponerse al servicio público.
Así, pagando a los políticos lo poco que se les paga, se meten a políticos los trepas, y compiten entre ellos. Y así nos va.
Y es culpa nuestra, por esta mentalidad tan cainita y tan cabrona que ve mal que el vecino se enriquezca. Porque han pasado quinientos a os, y aún sigue vigente aquella frase del elector de Worms: "Los espa oles ven mal que se gane dinero comerciando. Los espa oles ven mal que se gane dinero con el préstamo. Los espa oles creen que los nobles no deben trabajar, porque el trabajo envilece. Los espa oles se han ido a América porque creen que la única manera honrada de conseguir oro es robarlo".
Y así estamos.

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