16 enero 2010

Buscar el hueco (peatonal o no)


Me temo que el asunto de las peatonalizaciones lo conozco bastante de cerca, y les aseguro que nada es lo que parece. Los comerciantes se quejan siempre al principio, y puede que con razón, y lo celebran después, también con razón, seguramente. ¿Y saben a qué se debe esta contradicción? A que no son los mismos comerciantes.

Cuando se impide o se limita el tráfico rodado en una parte de una ciudad lo que ocurre es que esa zona o ese barrio cambia por completo, expulsando a una serie de negocios y atrayendo a otros. Tener una ferretería en una calle peatonal es un suicidio, pero para una tienda de ropa, una zapatería o un restaurante, resulta ideal.

En todo caso, no entro a juzgar las razones psicológicas del modelo de ciudad en el que piensa cada cual, porque es un tema que pasa más por el estilo de vida del que opina que por otras consideraciones más racionales.

Racionalmente, si a alguien le interesa, conviene que la parte de una ciudad más aprovechable para el turismo sea peatonal y la parte menos atractiva para el visitante, foráneo o local, disfrute un tráfico ágil y fluido, de modo que se pueda ser competitivo en ambas facetas.

En un equipo de fútbol, hay portero, defensas, centrocampistas y delanteros, y se lo que se trata es de aprovechar las condiciones singulares de cada uno para formar un conjunto poderoso. La ciudad hay que pensarla igual: si lo hacemos todo peatonal, estamos tontos, por jugar con diez defensas; y si abrimos el tráfico en todas partes, estamos tontos, por jugar con diez delanteros.

Zamora parece que ha optado por el sistema de las medias tintas, poniendo diez centrocampistas que, se supone, tienen que saber defender cuando toca y atacar cuando es preciso. Lo que pasa con soluciones como estas es que los defensas contrarios son mejores que nuestros centrocampistas ejerciendo de delanteros, y los delanteros contrarios son mejores que nuestros centrocampistas ejerciendo de defensas. Y por ese camino nos zurran. Nos arrean las goleadas que todos sabemos.

A ver si se nos mete en la mollera de una buena vez que, con la mejora de las comunicaciones, se trata cada vez más de competir con otras ciudades. Competir por el turismo, que quiere peatonalizaciones, y competir por la actividad económica no turística, que quiere facilidades para el coche. Los ejemplos de Salamanca o de León no están tan lejos para aprender un poco.

La realidad, la que no le importa a nadie, indica claramente que no podemos dar el imperio sobre nuestras calles a taberneros, feriantes y vendedores de helados, pero tampoco podemos dejar la organización de la ciudad en manos de descargadores, mensajeros y furgonetistas diversos.

Y menos que nada, no podemos crear unas normas para oponernos luego al control de su cumplimiento. Porque si una calle es peatonal, con razón o sin ella, hay que controlar que no entre el tráfico. Y si una calle es sólo para calvos, con razón o sin ella, hay que controlar que no entremos en ella los peludos.

Lo demás es desprestigio de la ley, mamoneo general, y pie para la arbitrariedad del “tú sí, que estás casado con mi prima”. O sea, el despelote.



Javier Pérez

1 comentario:

  1. ¿Y qué hacer con los que estamos perdiendo el poco que nos quedaba?
    (ZP negaría nuestra existencia, Rajoy culparía al gobierno y Obama nos gravaría con un impuesto especial)


    Saludos.

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