10 octubre 2009

Pasarse a la resistencia


Dice la ministra de economía que va a revisar todos los impuestos, y nos decimos nosotros, creo que todos, que no será para bajarlos, sino para ver cómo puede echar mano al ya escaso contenido de nuestras pobres carteras.

La idea que este gobierno tiene de lo que es la distribución es la misma que podrían tener en un hospital donde le extrajesen sangre a los sanos para ponérsela a los moribundos, sin detenerse a pensar otro tratamiento ni ver si los moribundos mejoran o simplemente están arrastrando con ellos a la tumba al resto. La solidaridad con el enfermo lo es todo. Si cura o no cura, carece de importancia.

Por lo visto, la cosa es correr hacia adelante con entusiasmo, como el caballo que arrastra un pesado carro cuesta abajo, y cree que mueve el carro, cuando es el carro el que lo mueve a él, porque al caballo le faltan fuerzas para detenerse en esa pendiente.

Y este caballo, o este rucio, no puede. Las circunstancias, la mala previsión, la organización nefasta, el querer quedar bien con todos y repartir lo que no se tiene, el comprometer lo que nunca se llegará a recaudar y el convencimiento de que cuantos más pobres seamos más fáciles seremos de manejar y de amenazar, han hecho el resto.

Amigos, ha llegado la hora de reconocer que las leyes no las hacemos nosotros ni las hacen para nuestros intereses. Ha llegado la hora de pensar que vivimos en un país ocupado por vete a saber qué potencia enemiga y que lo más honrado y valeroso es pasarse a la resistencia.

Cada cual en su puesto, y cada cual en su lugar y su hora, tenemos que movilizarnos de algún modo, pero es imperativo que el enemigo no recaude fondos con que seguir pagando sus ejércitos mercenarios. Cada cual como mejor sepa, hay que esconder la cartera, sacar el dinero del banco para meterlo bajo una teja y llegar si hace falta hasta la R en el abecedario de las contabilidades paralelas. Hay que hacer lo que sea para que no vean un duro. Lo contrario acabaría con nosotros.

Es triste, pero cuando en un país se convence a los ciudadanos de que ser honrado y cumplidor de las leyes es la mejor manera de irse a tomar por el saco, de que la Sanidad la tengan otros, la justicia sea siempre para otros y acabemos pagando siempre los mismos, no queda más remedio que echarse al monte, aunque sea mentalmente, y buscar la manera de escapar del esquileo.

Porque hay una cosa cierta: el día que no haya ya con qué pagar tanto subsidio, tanta peonada, tanta leche en vinagre como está saliendo de nuestros bolsillos, entonces tendrán que marcharse o cerrar un poco la mano.

Las subidas de impuestos conducen a esto: que el que no tiene no puede pagar, y el que tiene y estaba pagando, decide no pagar nada, marcharse a otro lado con su empresa o con sus ahorros, o dar pérdidas veinte años seguidos a base de no ingresar un duro en el banco y meter la recaudación diaria debajo del colchón.

Ignorar algo tan fundamental es no conocer al ser humano.

La solidaridad está muy bien, pero cuando es obligatoria ya no se llama solidaridad. Tiene otro nombre: se llama expolio.

2 comentarios:

  1. Muy alegórico se le ve, y muy osado, pues hace apología del crimen más execrable a ojos de un gobernante: la objeción fiscal. Por menos de esto, muchos fueron al Gulaj.

    Saludos.

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  2. Por menos de esto mwe van a acabar metiendo un paquete un día. Tengo pendiente otra novela sobre Müller y Cia. y es que ya no me atrevo a ponerme a buscar la documentación no sea que me metan por apología de no sé qué...

    Las libertades se recortan cada día, si te fijas.

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