04 marzo 2009

La estrategia Berlusconi


Las cosas como son: cada vez que le presidente italiano abre la boca, sube el pan. Lo primero que piensa uno al escucharle algunas perlas, como la últimas de que no se pueden evitar las violaciones poniendo un guardia al lado de cada mujer bonita, o diciendo que Obama era alto inteligente y bronceado, hacen pensar si el tío no estará un poco mal de la cabeza o será un maleducado compulsivo.
Luego se echa atrás la memoria y se recuerda que dijo en otra ocasión que había tenido que hacer de playboy para convencer a la presidenta finlandesa de que firmase un acuerdo, o que el gobierno español era "demasiado rosa", por el número de ministras, o que no se extrañaba de que los chinos llegaran a hervir a sus niños.
O sea, que estamos ante un bárbaro y un bocazas. O eso parece.
Sin embargo, y después de reflexionarlo, creo que no se trata de que le den repentes maleducados, sino de una estrategia perfectamente meditada y me gustaría compartir con ustedes esta hipótesis.
Una persona de setenta y pico años que ha conseguido amasar una verdadera fortuna y ganar varias veces las elecciones de su país no puede ser, al mismo tiempo, alguien a quien el impulso del momento le domine por encima de todo cálculo. Si además tenemos en cuenta que Berlusconi se ha hecho rico precisamente con los medios de comunicación, y que sabe muy bien qué es lo que mueve las audiencias televisivas, qué es lo que llega y lo que no llega al público en una serie o un telediario, parece claro que dice lo que dice porque sabe que hay un amplio sector social al que agrada ese tipo de manifestaciones, aunque casi nadie lo reconocería en público.
Y ahí está la clave a mi entender. El movimiento de la corrección política, de evitar todo comentario machista, racista, o xenófobo, ha sido patrocinado por la izquierda como una nueva religión de las buenas intenciones y el respeto a las minorías. Cuando Berlusconi ensaya una de sus salidas de tono lo que está haciendo es quebrar ese muro ideológico, esa nueva estructura de pensamiento que empieza por acotar lo que no se debe decir y acaba por imponer lo que sí se debe decir, lo que se debe pensar, y lo que se debe votar.
La esencia última de la corrección política es imponer una serie de valores muy identificados, en general, con el ideario de la izquierda. Cuando un político como Berlusconi se salta los rituales de esa religión no escrita, lo que está haciendo es dar a entender a su país y a sus votantes que estar con él significa la verdadera libertad de decir cada cual lo que piense y sienta, moleste a quien moleste.
Y el caso es que Berlusconi sigue ganando las elecciones. Quizás porque no somos ni tan solidarios, ni tan igualitaristas como decimos. Y él lo sabe.
A otros les cuesta aprenderlo. Y así les va.
Javier Pérez

2 comentarios:

  1. O, quizás, la mente de muchos votantes es tan sencilla que votarán a ese tío porque les hacen gracia sus salidas.

    Saludos.

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  2. A lo mejor había que preguntarse quién se presenta en el otro bando, proque lo mismo es eso...

    Es por lo que siempre me meto con Rajy: si noes capaz de ganarle las elecciones ni a ZP, pues va de cráneo...

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