20 mayo 2008

Guateques malayos y mandarines sin coleta



Lo malo, amigos, no es que en Madrid se haya destapado una trama de corrupción consistente en cobrar suculentas cantidades de dinero por no enterrar en el olvido un expediente de apertura de negocio o un permiso de obras: lo malo es que fuese posible que alguien, con cualquier razón o pretexto, tuviese que esperar seis, ocho, o quince años por una de esas licencias sin poder acudir a otra instancia que lo defendiese.
Que hay chorizos en todas partes, ya lo sabemos. Que algunos funcionarios municipales tienen que justificar su existencia molestando y perjudicando al ciudadano, porque para otra cosa no sirven, es de sobras conocido. ¿Pero qué clase de sistema político y económico estamos manteniendo cuando es posible que un empresario tenga que esperar cinco, seis y hasta diez años por una licencia municipal?
Esto es un mandarinato basado en la conocida figura jurídica del capricho administrativo. En vez de hacer lo cabal, que es dar facilidades a todo el que quiera montar una empresa, crear riqueza y crear empleo, las administraciones se entretienen poniendo trabas, exigiendo papeles, y consumiendo la energía creativa del emprendedor hasta, muchas veces, disuadirlo de montar nada.
¿No sería más normal que, existiendo unas normas, cada cual abra cuando quiera y como quiera y ya se encargará luego el ayuntamiento, la Junta o quien corresponda, de inspeccionar y hacer cumplir las reglamentaciones?
La cosa es bien sencilla: existen unas normas medioambientales, unas normas sanitarias, y unas normas urbanísticas. Abra usted el negocio que le salga de las narices, con los correspondientes proyectos visados de arquitectos e instaladores, que luego ya iremos nosotros a ver; y como resulte que tiene algo mal le vamos a dar palos hasta en el cielo de la boca: a usted, y a los que firmaron los proyectos sin cumplir las normas.
Eso sería lo lógico, y lo razonable, como cuando se compra un coche: compre usted el que quiera, registrado y normalizado, ¡y circule, que ya lo inspeccionaremos luego! ¿Pero se imaginan que antes de comprar un coche o un traje hubiese que pedir permiso al ayuntamiento? La guerra, claro.
Pero con las empresas y los edificios parece que es otra cosa. Y lo que pasa con las empresas, los locales y similares, es que dejan dinero y los organismos públicos quieren estar siempre al tanto de dónde hay un duro para llevarse su parte. Lo que pasa es que las normativas son cada vez más complejas para hacernos a todos delincuentes en potencia, de modo que se pueda hacer la vista gorda con el amigo y machacar al díscolo.
Lo que pasa, en resumen, es que un funcionario corrupto puede pedir dinero por tratarte bien porque lo normal, lo reglamentario, es tratarte como a una mierda.
No se engañen: la palabra ciudadano es una coña. Somos súbditos. O vasallos.

4 comentarios:

  1. Es cierto, esto parece un feudo. A veces pienso que la Edad Media no ha acabado, siempre que hay, o puede haber, dinero de por medio... ahí están los organismos oficiales. Mal, muy mal.

    Saludos

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  2. ¡Para que luego digan que no hay una ideosincrasia española! ¡Si no hemos cambiado nada desde el "Vuelva usted mañana" de Larra!

    No te falta razón, pero la práctica es más parecida a lo que predicas que a la teoría. Nosotros nos cambiamos de municipio (a la tierra sin ley del pérfido Ginés ;-)))) y nos costó tres años tener la licencia, pero, como podrás imaginar, no dejamos de trabajar durante todo ese tiempo.

    Por cierto, ¿cómo andan las ventas? A ver si tengo que llamar a mis amigos del bloque para que le aprieten las clavijas a algún librero renuente (eso sí, que parezca un accidente)

    Saludos.

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  3. No es quela Edad Mrdisa no haya acabado, adr, es que ha vuelto a comenzar.
    Si buscas las definiciones del feudalismo, como pro ejemplo la prelación dela srelaciones personales sobre las institucionales, te darás cuenta de hasta qué punto es cierto esto.

    :-(

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  4. Esa es la ventaja, que se puede seguir trabajando sin licencia, pero para eso hay que ser afín o tolerado de la autoridad. Porque nod ejar´ñas de reconocerme que si hubiesen querido joderos, estábais listos.

    Lo creas o no, que no lo creerás, no tengo ni idea de cómo van la sventas, porque entre ferias y lanzamientos de relumbrín no me han mandado los papeles.

    pero túa prieta a quién sea, que bienvenido será cuqluqer achuchón a un loibrero, que al final son lso que joroban.

    Un abrazooooooooooo

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