25 mayo 2008

El nivel del agua y de lo que no es agua


Decían los economistas de la vieja escuela que cuando sube el nivel del agua suben todos los barcos, tanto los grandes como los pequeños. Por sentido común entendíamos también que cuanto más dinero circulase, más fácil era que se le cayera algo del bolsillo al rico, y que al fin del viaje sería bueno para todos.
Desde entonces, o desde siempre, solemos pensar, por costumbre o por pereza intelectual, que un aumento de los beneficios empresariales y de la actividad económica redunda necesariamente en un mejor nivel de vida de la sociedad y un mayor nivel de ingresos de los trabajadores.
Pero lo cierto en la actual coyuntura económica de globalización y trasvase de capitales y empresas es esto ya no es cierto. Ahora, un incremento de la actividad y del beneficio puede conducir al desempleo y a la bajada generalizada de salarios, con graves consecuencias sociales.
Ahora, una empresa que mientras fue mediana estaba interesada en trabajar con nosotros, puede pensar que es mejor marcharse a China en cuanto su tamaño y su producción le permitan hacer rentables los costes de transporte y de la distancia en general. Ahora, una empresa cualquiera, en vez de ser propiedad de un magnate local puede estar en manos de un fondo de pensiones americano, con lo que todo lo que se gane de más va a parar a que los jubilados estadounidenses puedan pasar más o menos días en Miami. Ahora, la bolsa, que es internacional, y los mercados de divisas y de capitales, que también son globales, presionan de tal modo a las empresas que el crecimiento de los beneficios es una necesidad imperiosa. De sobras lo han oído, como lo he oído yo: si un banco no gana este año un veinte por ciento más que el año pasado, baja en la bolsa, porque se considera un fracaso.
De este modo, lo verdaderamente difícil es que los beneficios empresariales se trasladen a los trabajadores. De este modo, lo complicado, casi imposible, es que el crecimiento de la economía, redunde en crecimiento del empleo. No son milongas: si les gustan las estadísticas, echen un vistazo a la evolución del crecimiento económico y del empleo, que antes uban a la par, subiendo o bajando juntos, y ahora van cada uno por su lado.
Ahora estamos en otro escenario y tenemos que acostumbrarnos a ello. Ahora, puede llegar a ser preferible que las empresas no alcancen cierta dimensión, para que sigan aquí. Puede ser deseable que los resultados no crezcan tanto, porque cuando crecen mucho lo hacen a costa de llevarse lo que les corresponde por lo suyo y una parte de lo que no les corresponde. Y de llevárselo fuera, además.
Ya no suben todos los barcos, cuando sube el agua. O a lo mejor cuando sube el agua sí, pero parece que últimamente a los pobres nos están obligando a navegar en otros líquidos. Y permítanme que no sea más descriptivo.
En todo caso, como en el chiste, por favor, no hagan olas.

2 comentarios:

  1. Anónimo9:07 p. m.

    Hablando de líquidos y de subir me acuerdo de una sabia reflexión que realiza Paul Newman en "Harper":

    " Sólo ascienden el aceite y los bastardos"

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  2. Añada el aire caliente y estaremos ya totalmente de acuerdo, Mr. Weininger

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