27 julio 2007

Alimentar la culebra




Me gustaría que un día se echara la cuenta, a tarifa, de lo que le estamos regalando entre todos a ETA en espacio publicitario. Me gustaría que este periódico, y otros, y las televisiones y las radios, echaran manos de sus precios publicitarios por página o por minuto, y se calculara algún día el importe total de lo que esa banda a conseguido obtener, en valor económico, a base de pegar tiros y poner bombas.
Porque uno escribe un libro, o abre una residencia de ancianos, o pone en marcha un proyecto, y se las ve y se las desea para conseguir atraer la atención de los medios. O llamas al departamento comercial de un periódico o de una radio y te dicen, como es normal, que media página para dar a conocer lo que haces, son mil o dos mil euros.
Y entonces es cuando empiezas a pensar que la publicidad que se da gratuitamente a ciertos grupos es lo que los mantiene en pie, porque si cualquiera de ustedes o yo mismo tuviésemos acceso a esa misma publicidad, nos haríamos ricos o poderosos con cualquier cosa.
Por eso, por mi parte, prefiero no hacer cábalas sobre el funcionamiento lógico de una gente que ha demostrado sobradamente no tener lógica alguna. Están donde han estado siempre: donde les ha salido de las narices y cuando han querido, teniendo a todo el mundo pendiente. Están, como de costumbre, en la posición que graciosamente les cedemos: la de protagonistas de un país que tiene otros muchos problemas graves y que no es capaz de afrontarlos porque se pasa la vida preocupado de ese vecino que no paga la comunidad y en el garaje del sótano pincha una rueda de alguien de vez en cuando.
Cuando estaban de tregua, eran protagonistas y ahora que la abandonan gobiernan también las páginas de los periódicos y las declaraciones de los políticos. Querámoslo o no, eso es lo que significa ser manejados desde la sombra: que otro decida de lo que tenemos que hablar.
Por mi parte, cuando quieran, hablamos de cosas serias.
De esto, sólo un apunte: si la violencia es un argumento, pues usémosla para argumentar. Si no lo es, demostremos en la práctica que no admitimos esa clase de razones. Y dejemos ya de hacer regalos multimillonarios, en espacio y publicidad, a los que viven de matarnos,
Porque es el colmo, oigan.

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