27 junio 2008

Desarmados



Cuando un gobierno decide, casi siempre con razón, restringir la posesión de armas por parte de los ciudadanos, se entiende que es porque él mismo se impone la obligación de garantizar su seguridad y el pacífico desarrollo de su vida. Lo malo viene cuando algunos estados prohíben la tenencia de armas y luego miran para otro lado, y de modo activo o pasivo permiten que sean los delincuentes los que impongan su ley. ¿A que les suena?, ¿ a que no les parece que hable de Filipinas o Nueva Zelanda?
A mí también, y la verdad, aunque me duela, es que no es cierto eso de que donde hay armas hay más crímenes. Podemos buscar la prueba más cerca o más lejos, al gusto de cada cual: es indiscutible que en Estados Unidos se permite tener armas y que de vez en cuando las noticias se salpican de matanzas, tiroteos, y asesinatos en masa. Pero no es menos cierto que en Suiza todo el mundo tiene un arma en casa y no por eso vemos que en Berna, Zurich o Ginebra anden a balazos. Y si miramos cerca, nos pasa otro tanto; en la ciudades es muy raro que la gente tenga en casa una escopeta, mientras que en el medio rural es rara la casa donde no hay una o dos, porque haya un cazador en la familia o por herencia no declarada del abuelo. Así es la realidad y no vemos que la gente de los pueblos ande a tiros a diario mientras los de las ciudades jueguen al corro de la patata dándose besos de paz.
Me temo, y mucho, que la violencia no la generan las armas, sino la incultura. Me temo, yo que siempre las vi en casa, que el peligro de las armas no está en su existencia, sino en la educación, el respeto y lo que sean capaces de ense arte los responsables de ellas. Lo malo es que ense ar algo lleva tiempo y da trabajo, y es mejor que se ocupe otro de ello, aunque sea cargándonos de prohibiciones.
¡Y claro que me gustaría más vivir en un mundo donde no fuese necesaria arma alguna!, ¡nos ha jorobado! Pero cuando se suceden acontecimientos como el de José Luis Moreno, y otros que por afectar a personas menos famosas han sido menos sonados, no queda más que pensar que el gobierno nos quiere indefensos para mejor expoliarnos, mejor imponer sin miedo cualquier injusticia y dar más posibilidades de éxito e impunidad a quienes se pasan la ley por el burladero. Porque a lo mejor, si hubiese un millón de ciudadanos con un rifle en casa, el gobierno no se atrevía a hacer ciertas cosas. Ni el ejército. Ni nadie. ¿O por qué se creen que en estados Unidos y en Suiza nunca ha habido golpes de Estado?
Pero aquí el objetivo parece que es desarmar a la sociedad, y en los dos sentidos de la palabra: quitarle las armas y desmontarla hasta convertirla en sus más mínimas e inútiles piezas. El objetivo es que el chorizo pueda seguir matando al joyero, el asaltante al dueño de la casa y el yonki a la abuela. El objetivo es enseñarnos a callar para que cada día las traguemos más gordas.
Y hacen bien, porque para el que calla cualquier injusticia es poca. Al que baja la frente, del cielo le cae el yugo.
Amen.

8 comentarios:

  1. Anónimo8:12 p. m.

    Estoy de acuerdo, amigo.

    No se pierdan el final del vídeo.

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  2. Yo creo que la violencia la genera el miedo, Javier. Dispara el que tiene miedo y, quizás, la sociedad norteamericana (y la nuestra por imitación inevitable) es de las más miedosas de todas. Si yo viviera en una enorme y lujosa mansión rodeado de pobreza e impotencia, tendría miedo.

    Supongo que lo que se pretende desarmar es al miedo. Y, además, no fue precisamente el momento más estable de nuestra historia española cuando, ante la guerra civil emprendida por Mola, el Gobierno decidió armar a la población civil ¿verdad?

    Como siempre, todo es muy complejo. Estimulantemente complejo.

    Un saludo!

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  3. Anónimo4:44 p. m.

    Jajajaja, que la sociedad americana tiene miedo!!!!!!!!

    Vuestro problema, espíritus funcionarales, es que ni siquiera tenéis el valor de defenderos ante las agresiones, racionalizáis vuestros complejos y debilidades y por eso detestáis el espíritu individualista e intrépido del pueblo americano.

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  4. Yo, con la de animalicos de dos patas que hay sueltos por ahí, prefiero que las pistolas no se vendan en el carrefour.

    En cualquier caso, el que quiera un arma, tiene a huevo conseguir una escopeta de caza.

    saludos.

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  5. Totalmente de acuerdo, Nosurrender: la violencia es consecuencia del miedo. Los mçás violentos suelen ser los más cobardes,o los más acomplejados, o los más inseguros. Por eso se dice, en filosofía popular, que los que son violkentos son los perruchos pequeños. Los mastines sólo muerden si te metes en su terreno. Si no, pasan de ti y hasta te mean en la pernera del pantalón (lo he visto).

    El probloema, me parece a mí, es que si no s epuede vivir en una lujosa mansión, nadie querrá tenerla, y nadie querrá arriesgar.

    Nos guste o no reconocerlo, por razones éticas o estéticas, ser un paria resulta cómodo y agradable y no hay que romperse el coco. A cualquier sociedad le interesa que ser rico resulte agradable, para que la gente se esfuerce. Y ñado yo que a cualquier sociedad debería interesarle que ser un paria sea una mierda.

    El caso de Mola es el contrario: primero vino el conflicto y luego las armas. Me da por pensar que si hubiesen existido primero las armas a lo mejor no se hubiese llegado al conflicto.

    Es lo que tienen los pequeños escapes: que evitan la gran explosión.

    Digo yo, y no muy seguro, ¿eh?

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  6. Individualista, vale, Ted, pero intrépido, me cuesta creerlo.

    Intrépidos son unos pocos, como en todas partes.

    De todfos modos, me resulta curiosa esa mezcla de individualismo y generalización.

    Y eso que no soy de los que están en contra de generalizar. Pero generalizar el individualismo es de traca.

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  7. Eso es lo que pasa: que las intención cuenta más de lo debido: quien la tiene mala, tiene una escopeta, y quien no, no encuentra defensa posible.

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  8. Anónimo7:50 p. m.

    Lo que es de traca son sus reflexiones de psicólogo socialdemócrata; menudo análisis de los resortes de la violencia, eso si que es una generalización barata. Venga rumiantes, vuelvan a los establos.

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