01 marzo 2008

La religión del papel salmón



La economía clásica, la que se enseña en las universidades y poco a poco ha ido alcanzando rango de dogma religioso, afirma que un encarecimiento de los bienes de primera necesidad conduce a un repunte inflacionario. O dicho de modo cristiano: que si sube el pan o sube la vivienda, eso implica que los trabajadores presionarán los salarios al alza, con lo que finalmente subirán todos los demás productos porque aumenta el dinero que circula por los mercados.
Ese es el auto de fe, ya lo saben, pero ahora que ando preparando otra novela y documentándome para ello, resulta que hace setenta a os había un economista que decía justo lo contrario. Y se lo cuento porque el tipo me ha dado qué pensar, y creo que su opinión refleja más lo que vivimos en nuestros días y nos ayuda a entender mejor la actualidad. Y a que no nos enga en como a cretinos.
El tipo este decía que si suben los bienes de primera necesidad, bajan los salarios, y la clase trabajadora se empobrece doblemente: porque ha subido el pan y los pisos y porque cobra menos. ¿Y por qué bajan los salarios cuando sube el pan o la vivienda? Pues porque la necesidad real de un salario aumenta, y la gente está dispuesta a trabajar por menos, con tal de tener dónde vivir y poder comer. Si se encarece lo básico, entonces ya no basta con cuatro chapucillas para ir tirando, y hay que aceptar lo que sea. Y lo que sea siempre, invariablemente, es trabajar más horas por menos dinero.
A este díscolo economista no le hicieron ni caso, por supuesto, y no se le menciona más que en los libros de historia y por otras razones, pero nunca en los de economía. Sin embargo, fue el que defendió en teoría económica la postura más sólida que existe contra la flexibilidad laboral y el despido libre. Se la cuento para que sepan que no todo el mundo cree que cuando se abarata el despido prospera la economía:
Dicen los liberales, con Keynes a la cabeza, que si un empresario tiene que comprometerse en exceso con un trabajador, será reacio a contratar más personal y estirará su plantilla en lo medida de lo posible, de modo que donde podían estar trabajando siete trabajan sólo cinco, aunque la época sea buena. Dicen los liberales, con Keynes a la cabeza, que si se facilita el despido, el empresario contratará en todo momento a toda la gente que le haga falta, y que eso, en cualquier momento, supone que haya más gente trabajando y más gente cobrando un salario, lo que hace aumentar la demanda, aumentar la producción y lleva a contratar aún más gente, en un círculo que conduce a la prosperidad.
Dice nuestro amigo, en cambio, que si los contratos son inestables habrá, en efecto, más gente trabajando, pero como los trabajadores no saben hasta cuándo les va a durar el trabajo, no se atreverán a comprar bienes de alto valor (casas, coches, etc.) porque no saben si podrán pagarlos el a o que viene. De ese modo, se contrae la demanda o aumenta el endeudamiento, lo que en ambos casos irá contra la inversión futura, originando un círculo que lleva a la ruina a medio o largo plazo.
Como ven, la diferencia de opinión no puede ser más profunda. Como ven, hay más modos de pensar que el que nos presentan como única posibilidad, bajo palio, para que traguemos lo que nos echen pensando que no hay alternativa.
El díscolo economista opositor se llamaba Hjalmar Schacht, por si les apetece buscarlo en Google o en una enciclopedia. Pero mejor no lo busquen, ya se lo aconsejo, no vaya a ser que acaben pensando, como muchos, que es mejor que te exploten a estar de acuerdo con semejante tipo.
Mejor quédense con lo que dijo, y con la idea de que la economía real que tenemos sólo es una de las posibles. Una más, y nos aprieta.

8 comentarios:

  1. Yo creo que esta teoría "heterodoxa" es aplicable a casos extremos, como repúblicas bananeras o la Alemania de entreguerras que recreas en "La crin de Damocles" (de la que ando disfrutando a trompicones, pues apenas tengo tiempo para nada).

    Ciertamente, la economía, al igual de la física cuantica, tiene tantos aspectos de ciencia como de "religión", y no hay que creer en ellas ciegamente, como si fuesen capaces de explicar por completo la realidad, sino símplemente tratarlas como una herramientas que nos permiten manejarla (a base de simplificarla burdamente).

    Al menos así lo veo yo.

    Saludos.

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  2. A mí meparece que todo aquello que dependa de las pasiones humanas será sociología o una rama de ella, pero no ciencia.

    Casi me fusilan por decir reso en la Facultad, ya ves...

    :-)

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  3. Qué razón tienes amigo,aunque no sea científico.

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  4. Muchas gracias, Shackletom, por el enlace al artículo. Mre parece verdaderamente interesamnte aunque habría muchas objerciones que oponer a su autor. No es la menor de ellas que en aquellois años, el mundo entero y no sólo Alemania, estaba inmerso en las consecuencias del desastre del 29, con lo que las decisiones macroeconómicas nacían condicionadas por un mercado internacional cambiario totalmente desquiciado.
    En cuanto al racionamiento, hablamos casi siempre de tiempo de guerra, y todos sabemos que eso es otra cosa. De hecho, Estados Unidos impuso también el racionamiento, aunque sería largo discutir el por qué.

    No sé si estarás de acuerdo, peor lo más parecido en la actualidad al modelo económico nazi creo yo que es la economía China.

    Un saludo

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  6. Anónimo11:18 a. m.

    Entonces el modelo económico que defiende es el chino, no.

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  7. No lo defiendo. Lo expongo, en realidad.

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