05 noviembre 2006

Maduros para el yugo


Las crónicas no los mencionan porque entonces los cronistas eran gente seria, pero seguro que cuando Aníbal se plantó a las puertas de Roma con sus elefantes cartagineses se alzaron muchas voces pidiendo que se buscara una salida pactada al conflicto. Los romanos pactaron, por supuesto, porque tenían el agua al cuello y había que ganar tiempo de cualquier manera. Cuando vas perdiendo, buscas un trato: es lo lógico.
Lo gracioso es que seguro que también se alzaron muchas voces solicitando negociaciones cuando fueron los romanos los que años después sorprendieron a los cartagineses y decidieron dejar la metrópoli enemiga convertida en una escombrera.
Con todo esto, y con lo que me callo del pacto de Munich, la república de Vichy, los acuerdos de Santoña y otras lindezas históricas similares, voy a que en todo tiempo y en todo lugar hay gente que prefiere pagar tributo antes que conquistar la libertad.
En nuestra época, nos hemos encontrado de pronto con que se negocia la paz con ETA. No sólo se le da carta de negociador a una banda de asesinos sino que se reconoce que hay algo que negociar. Y no sólo se reconoce que hay algo que negociar sino que además se oculta qué es eso susceptible de ser hablado. Porque hablar, hablan, sí, ¿pero de qué?, ¿qué parte de mi libertad están vendiendo?, ¿qué precedente crean para la próxima banda criminal? No lo dice, así que mala cosa. Muy mala.
Pero lo peor no es eso. Lo que más duele no es que un partido político, por sus razones, sus estrategias o por ahorrar en escoltas, decida sentarse a debatir de política con delincuentes. Lo peor, a mi juicio, es escuchar por la calle que las que tienen que hablar son las víctimas futuras, porque las del pasado ya no tienen nada que decir. Lo peor es escuchar que hay que darles lo que sea con tal de que dejen de matar. Lo peor es ver, como vemos en este y otros temas, que España es una sociedad madura para el yugo, donde empuñar una pistola te carga de razones, de bazas y de posibilidades de imponer tus tesis.
Si hay que darles lo que sea para que dejen de matar, hay que empezar a matar para que te den lo que sea. La lógica es así de puta.
Pero los españole no lo entienden, o no quieren entenderlo: tienen bastante con su hipoteca y las letras del coche para ponerse a soportar otras presiones y por eso la violencia actúa con ventaja. Lo vemos en los colegios, donde los agresores imponen su ley. Lo vemos en las calles, donde mandan las bandas con navajas o los clanes étnicos que primero te parten la cara y después ya se verá. Lo vemos en todas partes y a todas horas: con tal de no tener problemas, de no pararse y plantar cara, la gente traga, se aguanta y encarga vaselina al por mayor.
Con eso la sociedad civil lo único que da a entender es que si la presionas, se achanta. Y cede. Si la amenazas, paga. Si la extorsionas, se rinde. Y así, los que ejercen la violencia saben que a la gente se la lleva con un palo a cualquier lado, como a las ovejas, aunque sea al matadero.
¿Qué pasó tras las bombas de Atocha, independientemente de quién las pusiera? Que el mensaje fue bien claro: la gente no se revolvió contra los que pusieron las bombas, sino contra su propio gobierno. En otro tiempo, al decirse que habían sido los árabes, tal vez la gente se hubiese vuelto contra los árabes, incendiando mezquitas o con alguna otra burrada. Pero ahora no: nadie se metió con los árabes, porque la culpa no es de quien nos mata, sino del que no le dio al que nos mata lo que pedía. La culpa no es del secuestrador, sino del que no paga el rescate.
Por eso , en esto de las negociaciones, duele más lo que se observa en la sociedad civil que en la clase política. Al fin y al cabo lo de los políticos, si se piensa un poco, es normal: si tenemos un Gobierno que habla de igual a igual con criminales, ellos bien sabrán por qué.
Nosotros sólo lo sospechamos.

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