03 noviembre 2009

El triunfo de la certeza


Se me ocurrió este título para el artículo al ver que al teclado con el que siempre escribo se le había averiado la X. Y certezas son las que nos quedan cuando desaparecen las incógnitas, ¿no?
Certeza es, por ejemplo, que el otoño va a resultar movido, por mucho que los sindicatos cierren filas ideológicas en torno a un gobierno supuestamente de izquierdas, que se ampara más en unas siglas conocidas que en un programa para sustentar el progresismo de su programa. Porque si progresismo viene de progreso, y así lo creemos todos, ¿desde cuándo fue compatible el progreso con los anunciados recortes presupuestarios en investigación y desarrollo?

Certeza es también que al desempleo le queda mucho aún por aumentar, porque a medida que pase el tiempo se irán agotando las reservas financieras de las empresas que siguen sin ver renovadas sus líneas de crédito. Los bancos están prestando dinero otra vez, pero por si no lo sabían, es conveniente remarcar que casi ocho de cada diez euros que los bancos prestan los están dando a instituciones públicas para financiar los descomunales agujeros presupuestarios que provoca la política de “dinero para todos y el que venga que arree”.

El desempleo aumentará, ciertamente, cuando se vayan concluyendo las obras que se iniciaron hace un par de años y no se han concluido todavía, y cuando la subida de impuestos apriete la soga un poco más allá del punto crítico a muchos pequeños empresarios y autónomos que están ya al borde de la asfixia.

Porque certeza es también que los impuestos nos los subirán a todos, y mucho, a pesar de la táctica cainita de esperar que nos alegremos del sablazo porque se los suban más a los ricos. Y quizás sea cierto: se los subirán más a los ricos, pero a ellos les dolerá menos esa subida de lo que nos dolerá a los demás la nuestra. Pero si somos tan tontos, o tan miserables, como para alegrarnos de que otro se quede tuerto aunque a nosotros nos dejen ciegos, pues no nos merecemos otra cosa.

El IVA, que subirá, lo pagamos todos y a todas horas; los cuatrocientos euros de la vergüenza que nos dieron antes de las elecciones y que ahora desaparecen, también nos los quitan a todos, y las deducciones fiscales que se suprimen, nos las suprimen también a todos. ¿Qué nos importa que el gana más de ocho millones al año pague un tres, o un cinco por ciento más de lo que estaba pagando, si ese tío va a andar tan sobrado como hasta ahora?

Nada. No nos importa nada. Porque el rico sabe hacer valer su riqueza para contratar a quien le haga pagar menos, y mejor para todos que sea así, porque desde que estamos en la Unión Europea, el rico puede muy bien coger todo su capital y marcharse con los euros a otra parte, cerrando sus empresas de aquí y abriéndolas en otro lado, o en ninguna parte.

Esa es otra certeza, la última: que si espantamos al que tiene algo somos como el tendero que espanta a los clientes que pueden comprarle su mercancía. Y tenderos tan tontos como para hacer eso, hay pocos. Pero políticos que lo hagan, por lo visto, sobran.

6 comentarios:

  1. Es que al político no le suele preocupar demasiado lo que ocurra pasado mañana, sobre todo si se barrunta que mañana pueda perder el chollo.

    Saludos.

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  2. Los políticos nos están vendiendo a los bancos literalmente. Les damos a los bancos el dinero a través del FROB (al x%) ó a través del BCE al 1% y ellos se lo prestan a las entidades públicas al 7% y a los ciudadanos al 12%, ¡¡ es el negocio perfecto !!.

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  3. Claro, por eso cualquier medida contra paraísos fiscales no puede tener éxito si no acuerda en el G20. La inversión internacional es muy necesaria, pero tampoco somos inteligentes si competimos entre nosotros (Estados de Derecho, digo) en ofrecer beneficios fiscales en lugar de mercados e infraestructuras, que es lo que beneficia a los ciudadanos/contribuyentes/consumidores.

    Salud!

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  4. Al político se la sopla todo, proque no estamos en una democracia.

    En la democracia aparente tenemos, pro supuesto, la soberanía aparente...

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  5. Sí, Roberto, pero si fuese a´si, estaría contento: lo malo es que el Gobierno se lo presta a sí mismo para financiar deuda públiva.

    O Púbica. No sé muy bien...

    :-)

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  6. Toda la razón, Lagartijo.

    Pero si fuésemso inteligentes no tendríamos el sistema que tenemos.

    Te recuerdo lo que dijo Kohl en su día: "una república federal es algo tan maravilloso que es lo que te impone el enemigo cuando pierdes una guerra"

    ¿Hace falta más?

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