05 febrero 2008

La legumbre como símbolo de poder



No sé, oigan. No sé si alegrarme de leer que Zamora es una de las capitales con los alquileres más baratos o echarme a llorar. En principio parece buena cosa eso de no tener que dejarse, aparentemente, una costilla y dos lonchas de hígado para tener donde vivir, pero pensándolo un poco me da mala espina. Con esto, si lo reflexionas tranquilamente, pasa un poco como con las industrias y grandes empresas que se están asentando en León en los últimos años: cadenas de márketing telefónico y centros de distribución de mercancías de Zara y otros comercios conocidos por el baratillo. Y dan trabajo, sí, pero donde antes estaba Abelló, o Antibióticos, contratando técnicos con sueldos de dos mil euros ahora se contratan currelas a quinientos. Menos es nada, vale, pero da para pensar un rato, ¿no creen?
Con los precios de algunas cosas sucede como con las lentejas, las alubias y los garbanzos, que se consumen más cuanto más pobre es uno, y que se dejan de consumir, aun en perjuicio de la salud, cuando el presupuesto familiar va más holgado. Decir de un país que es un gran consumidor de garbanzos no es decir nada bueno de su prosperidad, y decir d eun ciudad que tiene los alquileres más baratos de España no es tampoco hablar mucho en favor de su pujanza económica.
Y es que no nos engañemos: en Zamora están los alquileres baratos porque los sueldos son de miseria. Son baratos porque el que tiene un piso y le quiere sacar un duro entra en sospechas, cada vez mayores, de que si no lo pone barato se lo va a comer con patatas. En Zamora están los alquileres más bajos que en otras capitales de provincia porque hay poco trabajo, porque la gente joven se marcha y porque ya no hay viejos en los pueblos que compren un piso en la capital para pasar los inviernos con calefacción en el cuarto y consultorio médico cerca. Los precios de los alquileres están baratos porque, al paso que vamos, no tardaremos en poner, en la ciudad, en la provincia, y en media comunidad, un letrero de "se traspasa por no poderla atender".
Bin está que algunas cosas tengan precios asequibles, y puede que eso sea un incentivo para que alguna gente quiera mudarse y convertirse en vecina nuestra, pero me parece a mí, la verdad, que con estas ventajas hay que pensar lo mismo que con las empresas de operadores telefónico y empaquetamientos diversos que mencionaba al principio: si una empresa puede elegir entre irse a China, a Marruecos o a tu pueblo, y al final decide irse a tu pueblo, desconfía.
Da las gracias, pero desconfía.

3 comentarios:

  1. Aunque no te falta razón, sobre todo en el pensamiento de fondo, creo que las cosas no son tan sencillas por lo que se refiere al detalle que da pie al artículo.

    La gente de capital provinciana, y aún más marcadamente la castellana, tiene una peculiar idiosincrasia, y en ella no figura el vivir de alquiler; lo dice uno que conoce bien el percal por ser de Ávila (por cierto, también pasé tres años en la laboral de Zamora). Lós unicos que alquilan son los desplazados eventuales y los inmigrantes. El caso de Ávila era similar, hasta que se abrió la academia de policía y los alquileres se dispararon.

    Saludos.

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  2. Anónimo9:15 p. m.

    Cierto.

    Totalmente cierto, pero eso que puede ser una ventaja por la capitalización es también una rémora cuando la costumbre se vuelve cabezonería.

    No obstante, es tal cual dices y yo mismo hago lo que puredo por vivir en mi casa y no en la del casero.

    O sea que del todo contigo.

    Un abrazo

    javier

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