10 enero 2012

Biografía con epitafio (un relato)




LLEGÓ

Vino al mundo un día cualquiera, como venimos todos, salvo príncipes y reyes, celebrados de antemano en las empresas y gobiernos que acaso acometerán. Nació en cualquier familia, con un padre funcionario y una madre bordadora de manteles que luego nunca se usaban.

VENCIÓ

El muchacho parecía despierto y en los colegios lo respetaron los cachetes de los maestros. No era el primero de la clase pero casi siempre se sabía la lección. La primera y más importante la aprendió de sobra: nada es gratis, y si es gratis, desconfía.

FUE VENCIDO

Sin embargo las exigencias para entrar en la academia de oficiales de Zaragoza fueron demasiado para él. Demasiadas pruebas físicas y demasiadas matemáticas a la vez. En lugar de las armas tomó las letras, opositó con éxito a profesor de instituto y se hizo sitio en un periódico local.

EN LO QUE QUISO VENCER

Tenía trabajo y no le faltaba de nadar. Tenía una novia guapa que esperaba ser su esposa  que a veces le permitía besarla en el portal. Lástima que al besarla cerrase los ojos para imaginar los labios de la que se casó con otro. En el periódico le hicieron popular los artículos en que no decía lo que de veras sentía.

ESCRIBIÓ

Sus éxitos como columnista le impulsaron a arriesgar una novela. la historia era buena y el estilo mostraba el vigor de su mucha experiencia. Sus personajes hablaban como la gente que uno ve por la calle, y los tejados de sus paisajes retenían la nieve del invierno.

Y EN EL TINTERO

La novela era un experimento y se vendió bien. Llegaron muchas caretas de lectores, y el editor, avispado, le recomendó algunos cambios, pequeñas minucias, que ayudasen a espolear el interés de los lectores. Eran sólo cuestión de formas, pero el fondo permanecería inalterable.

DEJÓ LO QUE QUISO HACER

El éxito le sonrió enseguida. La novela sobre el abandono del campo quedó pospuesta para otro momento, igual que la fabulación que preparaba sobre lo que ocurriría si los el mundo llegaba a la conclusión de que el arte era una actividad superflua e improductiva.

POR HACER LO QUE QUISIERON

En lugar de eso escribió treinta novelas sobre amores, unos traicionados y otros no, sobre las dificultades de los pobres para sobrellevar su miseria y la imposibilidad de los ricos de soportar su aburrimiento. Escribió sobre anécdotas de toda clase, escuchando atentamente la opinión de sus lectores.

Y SE FUE

Escribió hasta aquella tarde en que ya, cono setenta años, se encontró mal de repente y se fue a dar un paseo para que se le asentara el estómago. Pensó llevarse consigo la libreta para apuntar lo que se le fuese ocurriendo, pero siempre había escrito a pluma y el tintero no es cosa que un hombre prudente deba llevar en el bolsillo.

2 comentarios:

  1. Está bien que a un escritor no le falte de nadar (al menos no olerá mal) y que los lectores le envíen caretas (si es posible adobadas).

    Saludos.

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  2. Eres grande como corrector de pruebas, macho... :-)

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